La literatura libera la verdad de Florence Cassez
El escritor mexicano Jorge Volpi, en ‘Una novela criminal’, describe las cloacas de los ‘servicios secretos de inseguridad’ de Genaro Luna
SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY
“Israel Vallarta, 16 años en prisión sin sentencia y una amnistía con bendición presidencial”, “El acusado de secuestro ha vuelto a cobrar actualidad después de los ataques del presidente Andrés Manuel López Obrador al periodista CarlosLoret de Mola”, “El caso Cassez-Vallarta demuestra que México es un Estado fallido”, “Genaro García Luna, el ex secretariode Seguridad Pública de Felipe Calderón, el hombre detrás del montaje Florence Cassez”… Estos algunos de los titulares que hemos podido leer en los principales periódicos nacionales y extranjeros, acompañados con imágenes de Florence Cassez e Israel Vallarta al momento de ser detenidos durante un operativo en el Rancho las Chinitas en Cuernavaca, en 2005. Un manto de sigilo envuelve el caso de Israel Vallarta, a punto de cumplir 16 años en la cárcel acusado de secuestro en un proceso preñado de irregularidades, torturas, documentos falsos, pruebas que ayer estaban y hoy desaparecían, versiones policiales mutantes y escenografías diseñadas para la televisión. Si no fuera porque el asunto destrozó la vida de una familia, solo podría calificarse de chiste: una enorme comedia de los MontyPython bajo el sello inconfundible de los años más oscuros de la Administración política y judicial de México. Hoy, el Gobierno parece resuelto a poner fin a esta tragedia con trasfondo de venganza recurriendo a una amnistía que abra las rejas a un hombre que aún no tiene sentencia.
El asunto no es fácil, sin embargo, y la Secretaría de Gobernación está moviendo sus piezas con tensión de ajedrecista. Israel Vallarta ha prohibido que se dé información sobre su caso a la familia, de modo que el Gobierno ha optado por un perfil bajo y de la reunión que mantuvo la titular de la Unidad de Apoyo al Sistema de Justicia, Paulina Téllez, con los parientes del encarcelado se sabe poco. Sin embargo, Guadalupe Vallarta, la hermana de Israel, atesora una impresión tras ese encuentro: “Yo creo que va a salir muy pronto”. Luis Cárdenas Palomino, excoordinador de Inteligencia para la Prevención de la PFP, da a conocer los integrantes de la banda de secuestradores a la que pertenecían presuntamente Florence Cassez e Israel Vallarta. La Policía Federal Preventiva (PFP), fue un cuerpo de policía de México, que existió desde el año 1999 hasta el año 2009. El mismo preso parece haberse convertido en su peor enemigo, decidido a cerrar victorioso este asunto, sin ayuda ni compasión. Total, ya ha pasado tantos años encerrado que uno más… “Él no quiere que lo indulten ni que lo perdonen”. Así lo interpreta su hermana Guadalupe, quien, como el resto de la familia, tiene vetadas las visitas a la prisión. Israel ha roto esos puentes, que solo mantiene tendidos con Mari Sainz, su actual pareja. Pero hace 15 años tenía otra novia, la francesa Florence Cassez. Ahí empezó todo.
El caso Florence Cassez ha sido uno de los asuntos de corrupción policial y lodosos manejos políticos más sonados de México. Corría 2005 y el jefe de la Agencia Federal de Investigación, Genaro García Luna, hoy encarcelado en Estados Unidos por supuestos vínculos con el narcotráfico, quiso hacer un favor a un amigo que quería vengarse de su socio comercial, un tal Cassez, en la persona de su hermana, Florence. Inventaron un secuestro para inculpar a la francesa y a su novio. García Luna, además, se quiso apuntar un tanto ante la opinión pública: llamó a la televisión y les sirvió en directo un burdo montaje en el que la policía liberaba a tres personas del rancho las Chinitas. Bajo los focos, se declaraban inocentes Florence e Israel, ambos aturdidos, él visiblemente torturado. Resulta que no los estaban deteniendo entonces, sino que lo hicieron el día de antes, como quedó demostrado después. Dio tiempo a las torturas. La detención amañada y televisada de dos supuestos secuestradores abrió hace más de una década un conflicto diplomático entre Francia y México. La ciudadana francesa fue absuelta, el acusado mexicano continúa preso y sin sentencia. La última obra de Jorge Volpi exhuma el caso de Florence Cassez, uno de los más lamentables episodios en la de por sí negra historia de la policía mexicana.
El 3 de abril de este 2021 comenzó a circular un video que muestra a una estudiante de enfermería del Instituto Politécnico Nacional inyectando a un adulto mayor con una jeringa vacía en vez de administrarle una de las vacunas contra el COVID-19. ¿Qué conecta este incidente con la detención de Israel Vallarta y Florence Cassez en 2005? Nada, excepto un exabrupto del presidente que, al insinuar que la escena pudo ser un montaje, tuvo la ocurrencia de rememorar este caso que, dieciséis años después, sigue sin resolverse. No contento con ello, aprovechó su conferencia mañanera para transmitir el video del falso arresto, en la cual también participó Olga Sánchez Cordero, actual secretaria de Gobernación y responsable, como ministra de la Suprema Corte en 2013, de la sentencia que determinó la liberación de Florence Cassez.Sin duda, no puede compararse la cadena de montajes, irregularidades, mentiras, torturas y amenazas tramadas por los gobiernos de Vicente Fox y sobre todo Felipe Calderón en este asuntocon la mera exhibición realizada por López Obrador, pero que dieciséis años después nos asomemos a la pantalla para observar de nuevo cómo Israel y Florence son utilizados políticamente resulta casi obsceno. Así como García Luna se atrevió a fabricar un enorme montaje -prefiero llamarlo puesta en escena- solo para enaltecer a la AFI, y como Calderón se prestó a destruir a una familia entera, los Vallarta, con tal de no rectificar, resulta escandalosa el ansia del presidente por desacreditar a Carlos Loret o presumir sus logros usando a sus protagonistas tal como lo hicieron sus archienemigos.
“Como ya intenté documentar esta historia (al menos hasta 2018) en ‘Una novela criminal’ -explica el escritor Jorge Volpi-, me limitaré a precisar algunos puntos clave ante las imprecisiones del propio gobierno federal y el alud de opiniones de quienes no han leído el expediente y no han seguido el desarrollo del proceso…. Todo apunta a que Israel Vallarta y Florence Cassez no fueron detenidos el 9 de diciembre de 2005 a las 4 de la mañana, como estableció la policía -luego de que todos los agentes involucrados declararan haber visto mal sus relojes, que en su primera declaración situaban a las 5-, sino el 8 de diciembre hacia las 11 de la mañana.García Luna hizo hasta lo imposible para que este hecho no fuese revelado, pues sabía que haberlos retenido por más de 24 horas sin haberlos presentado a un juez habría bastado para que ambos obtuvieran su libertad.Cuando compareció en el programa Punto de Partida de Denise Maerker, en febrero de 2006, García Luna inventó que la transmisión televisiva había sido un ‘montaje’: desde entonces, la palabra se ha prestado a numerosos equívocos. Según él, Israel y Florence fueron capturados en la carretera México-Cuernavaca y luego devueltos a la casa de las Chinitas -en teoría, porque Israel había confesado que sus cómplices matarían a los tres secuestrados que permanecían en su casa-, donde liberaron a una mujer, a su hijo y a un joven. De acuerdo a García Luna, solo entonces, a petición de los medios, la captura fue repetida ante las cámaras. Todo esto es completamente falso. La escenificación orquestada por la AFI a partir de las 6:47 de la mañana fue lo único que ocurrió ese día.Puede concluirse, con alto grado de certeza, que ese 9 de diciembre de 2005 no había tres secuestrados en las Chinitas. Tampoco se arrestó a ningún cómplice de Israel. Si las presuntas víctimas fueron en efecto secuestradas, no fue allí ni entonces y tampoco sabemos por quiénes.En los documentos presentados para solicitar la aprehensión de Israel, el Ministerio Público presentó una foto del interior de Las Chinitas: es decir, que la policía estuvo en el inmueble antes de la captura y no descubrió allí a ningunos secuestrados. La secretaria de Gobernación afirmó en la mañanera que Israel tiene dos denuncias adicionales por secuestro. Se trata de una imprecisión: es cierto, pero ambas están ligadas al mismo caso. La primera es de Valeria Cheja, una joven de 18 años secuestrada en 2005 y cuya denuncia, lleno de irregularidades, derivó en la captura de Israel y Florence. Cuando la entrevisté, Valeria seguía convencida de que Israel era su secuestrador, pero solo después de que la policía le presentara una y otra vez su imagen. Conforma al expediente, Valeria reconoció a Israel durante un rondín en el sur de la ciudad de México cuando, por casualidad, distinguió su rostro de coche a coche, a varios metros de distancia, mientras circulaban por Viaducto Tlalpan (¡!). Cuando la entrevisté, Valeria me dijo que esto no ocurrió así: ella solo lo reconoció porque los policías le enseñaron su fotografía y le aseguraron que era el responsable de su secuestro.La otra denuncia contra Israel es del empresario ShlomoSegal, probable aliado de Eduardo Margolis -acaso el responsable de toda la trama: este espacio resulta demasiado pequeño para narrar su historia-, y no ha vuelto a ratificar su denuncia contra Israel.Tanto TV Azteca como Televisa transmitieron la puesta en escena aquel 5 de diciembre de 2005. La responsabilidad de Carlos Loretde Mola es clara, pero, a diferencia de Televisa, TV Azteca jamás ha reconocido su culpa.En sus primeras declaraciones, Cristina Ríos y Christian Ramírez afirmaron no reconocer a Israel y Florence. No fue sino hasta después, tras una intensa presión de las autoridades, que ambos cambiaron drásticamente sus testimonios.El secuestro de Ezequiel Elizalde es muy extraño: siempre cooperó y agradeció a la AFI de García Luna, pero hay indicios de que su padre o él mismo pudieron haber pertenecido a otra banda de secuestradores.
Cuando la presión del Gobierno francés arreció -en particular por la ríspida visita de Nicolas Sarkozy-, García Luna y Luis Cárdenas Palomino se inventaron la Banda del Zodiaco uniendo crímenes que nada tenían que ver entre sí, fabricando culpables -como el infortunado David Orozco, que murió en la cárcel- y deteniendo y torturando salvajemente a dos hermanos y tres sobrinos de Israel. Esta operación es uno de los episodios más vergonzosos de la presidencia de Felipe Calderón.Para impedir la liberación de Florence, el Gobierno de Calderón presionó brutalmente a policías, ministerios públicos, jueces y ministros de la Corte. Por esta razón fue liberada hasta la llegada de Enrique Peña Nieto. El ministro Arturo Zaldívar -hoy presidente de la Corte- acuñó la expresión perfecta para definir este caso: ‘efecto corruptor’. Aunque muchos juristas la hayan criticado, su frase define claramente lo ocurrido: durante toda la presidencia de Calderón, las autoridades hicieron hasta lo imposible para que nadie pudiera saber qué ocurrió aquel día. La corrupción de la policía corrompió para siempre la escena del crimen. Ante la duda extrema, no quedaba más remedio que liberar a Florence.Si, como me dijo el ministro José Ramón Cossío, no queremos una justicia para una frenchpoodle y otra para los perros callejeros -es decir, los mexicanos-, el mismo criterio debe aplicársele a Israel. El Ministerio Público debería presentar conclusiones no acusatorias en su contra tras 16 años de prisión preventiva: es decir, tras 16 años de mantener a un inocente en la cárcel”.
“A García Luna el asunto se le fue de las manos”, dice el escritor mexicano Jorge Volpi, que convirtió en un libro el aberrante desatino que tenía con la boca abierta a todo el país. Una novela criminal narró aquel despropósito que destruyó a una familia entera, varios de cuyos miembros pasaron por la cárcel en un proceso que crecía como la espuma a gusto de la policía, que se prodigaba en desarticulaciones de bandas, como la de los Zodíaco. Hoy, además de Israel, siguen presos un hermano, Mario, y un sobrino, Sergio. Pocos como Volpi conocen el entramado de este dramático caso. Netflix ultima una serie en la que ha participado Florence Cassez, que vive en Dunkerque tras su liberación en 2013. Para entonces, el Gobierno francés había enseñado al mexicano todos los dientes.Sobre el caso se escribieron ríos de tinta. Pero hoy emerge con fuerza un personaje que ha causado el efecto del viento en los rescoldos para que el presidente se decida a retomar el asunto y hablar de amnistía: Carlos Loret de Mola, quien transmitió en directo el 9 de diciembre de 2005 aquel falso secuestro. El periodista fustiga al presidente desde su tribuna y López Obrador lo ha convertido en su bestia negra cada mañana en las conferencias presidenciales. La animadversión que los une trajo de nuevo este caso a la pantalla el miércoles, 7 de abril, por la mañana. López Obrador habló de falsos montajes periodísticos y el nombre de Israel Vallarta salió de nuevo a colación, esta vez con la promesa de estudiar el caso exhaustivamente en busca de una liberación política a falta de la judicial.
“El caso es que mi hermano también parece querer un careo con Loret de Mola, cuando esa persona poco puede aportar ya al caso. Las pruebas, porque nosotros hemos tenido que demostrar la inocencia en lugar de ellos la culpabilidad, las hemos reunido durante años. Israel podría haber salido de la cárcel el año pasado, pero…”, dice Guadalupe Vallarta, esperanzada en que, ahora sí, podrán traerlo de vuelta a casa. El padre y la madre de los Vallarta murieron “acosados por la policía, hostigados en los juzgados” y con una petición de última hora: que nadie desfalleciera en la liberación de los encarcelados. Así lo relata Guadalupe, y en ello siguen empeñados los parientes, aunque las relaciones, cosas de la cárcel, son ahora frías. “Es lógico que mi hermano tenga algunos problemas emocionales”, justifica Guadalupe.Quizá hay más razones para que el caso de Vallarta, a punto de cumplir 50 años, casi un tercio de su vida encerrado, haya cobrado visibilidad de nuevo. Es temporada electoral. Puede que eso influya, reflexiona Guadalupe, “pero por lo menos le están poniendo atención a Israel”, afirma. El presidente, además, ha mostrado su determinación de que no haya “inocentes en las cárceles”. Así lo expresó el miércoles en la conferencia diaria, donde la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, señaló más de 35 casos que prepara su departamento para que la justicia les conceda una amnistía. Guadalupe considera que la intención del presidente es genuina. “Creo que tiene la voluntad de conocer y hacer justicia y de que Israel sea liberado”. En México, un país con un sistema fuertemente presidencial, puede aplicarse la máxima del Vaticano. Roma locuta, causa finita. Y el presidente ha hablado.
El escritor mexicano JorgeVolpi reconstruye en su libro ‘Una novela criminal’ las claves del polémico y mediático caso Cassez-Vallarta. BBC hace un análisis de la obra literaria que ayudó a desentrañar el ‘montaje’ de la inseguridad pública. “La mañana del 9 de diciembre de 2005, millones de mexicanos asisten en directo a la captura por parte de la policía de dos presuntos delincuentes: el mexicano Israel Vallarta y la francesa Florence Cassez.Delante de las cámaras de las dos cadenas más importantes del país, la pareja es acusada de secuestrar a tres personas, entre ellas un niño, y de formar parte de una peligrosa organización criminal, la ‘Banda del Zodiaco’.Pero lo que esos millones de mexicanos aún no saben es que esa detención televisada es un montaje, realizado a solicitud de los medios, y que la mirada exorbitada de Cassez, la cara hinchada de Vallarta y la nebulosa historia que les rodea les acompañarían durante años como un enigma insoluble.¿Son realmente Vallarta y Cassez dos peligrosos secuestradores? ¿O son en realidad víctimas de una gigantesca conspiración?Diez años después de la detención más mediática y controvertida del país, Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968), uno de los máximos exponentes de la renovación del panorama literario mexicano de las últimas dos décadas, decidió buscar las claves para desenredar un misterio que dividió durante años a la opinión pública del país entre tenaces acusadores de la pareja y quienes denunciaron las irregularidades del caso.Para ello se sumergió en las más de 20.000 páginas del expediente judicial y analizó decenas de investigaciones periodísticas sobre el caso. Entrevistó a los acusados y a sus familiares; a las víctimas, a los policías y a los jueces. Y husmeó en la ácida disputa diplomática que enfrentó al entonces presidente mexicano, Felipe Calderón, con su homólogo francés, Nicolás Sarkozy.Francia celebra y en México condenan la liberación de Florence Cassez. Su pesquisa lo llevó a adentrarse en un laberinto de pistas falsas, personajes ambiguos, declaraciones contradictorias y torturas verdaderas; en un ‘universo bipolar’ donde distingue ‘dos espacios contrapuestos: el que los espectadores ven en televisión y el que se les oculta’.Su objetivo: usar las armas de la literatura y el rigor de su formación legal -el autor es licenciado en Derecho- para liberar ‘una verdad secuestrada por el poder’. El resultado: ‘Una novela criminal’, Premio Alfaguara de novela 2018, por colocar ‘al lector y a la realidad frente a frente, sin intermediarios’, según recoge el acta del jurado que le otorgó el galardón.Como si de un detective de una novela policial se tratara, Volpi reconstruye ahí -pieza por pieza y con una cantidad de detalles a veces apabullante- el caso Cassez-Vallarta.Con la diferencia de que en esta ‘novela documental’, como la llama el autor, los personajes son reales -y siguen sufriendo las consecuencias de esta historia- y de que el auténtico protagonista es el sistema de justicia mexicano”.
Por qué en México es tan fácil matar y nunca pisar la cárcel. Este es un fragmento de la entrevista que Jorge Volpi concedió a BBC News Mundo con ocasión del ‘Hay Festival de Querétaro 2018’, que tiene lugar en esa ciudad mexicana del 6 al 9 de septiembre.¿Por qué un autor de novela de ficción decide enfrentarse a un caso real tan escurridizo como este? “Siempre me llamó la atención como caso paradigmático. Me di cuenta de que era una historia que tenía todos los elementos necesarios para hacer un buen libro y para contar por primera vez la historia de manera lo más completa posible.Esta historia tiene todos los elementos de una novela negra. Pero ¿quiénes son las víctimas y quiénes los culpables?Normalmente en una novela negra encontraríamos que habría un detective, que en este caso sería yo mismo, que poco a poco intenta descubrir la verdad y llega a ella.En el caso mexicano, esto se volvió imposible. Aquí no se trata tanto de saber o de poder establecer qué pasó exactamente, y por lo tanto de quiénes son culpables o quiénes son inocentes.El descubrimiento mayor es qué papel tuvo el Estado, en particular la policía y el aparato de justicia, en destruir la verdad. Aquí la verdadera historia es cómo quienes debieron encargarse de buscar la verdad terminaron destruyéndola”.
¿Por qué en tu historia te muestras tan empático con Israel Vallarta y Florence Cassez, dos personas que durante mucho tiempo fueron violentamente atacadas por la opinión pública mexicana? “Yo creo que cualquiera que escriba una historia siente empatía hacia los protagonistas. Al mismo tiempo, traté de ser lo más neutro y objetivo posible.Pero me parece clarísimo que en esta historia, independientemente de su inocencia o de su culpabilidad con respecto a los secuestros que se les adjudican, ellos son víctimas del Estado mexicano, que no fue capaz de garantizarles un juicio justo.La opinión pública mexicana quedó divida durante años entre quienes defendían a Cassez y quienes, la gran mayoría, la consideraban culpable de los cargos que se le imputaban”.¿Esto qué dice del México actual y del México de hace 13 años? “Sigue diciendo lo mismo hoy: que la justicia en México no funciona en ningún sentido.Es un sistema de justicia mal diseñado, mal implementado, donde los poderosos siempre se salen con la suya. Donde hay altísimos niveles de impunidad, donde la corrupción alcanza todos los niveles y donde la tortura sigue siendo una práctica habitual.Por estas razones este caso es tan paradigmático de cómo no funciona la justicia en nuestro país”.
Llegaste a definir México como un Estado fallido… “Pues sí, es un Estado fallido aquel que no logra o no es capaz de garantizar un juicio justo a los ciudadanos”. A propósito del conflicto diplomático que se desencadenó entre Sarkozy y Calderón, afirmas que Cassez y Vallarta fueron rehenes de un duelo de egos presidenciales. ¿Tú sigues convencido de ello? “Sí. En ese momento lo principal para los dos expresidentes era ir ganando popularidad en sus respectivos países. Sarkozy en ese momento ni siquiera estaba demasiado preocupado por la inocencia de Florence. Lo que le importaba era que era francesa y rescatar a una ciudadana francesa, por lo tanto tener un rédito político.A la inversa, Calderón no quería una intromisión extranjera. Manipulado muy probablemente por el entonces jefe de la policía, Genaro García Luna, el expresidente termina por aceptar la versión de que ella es culpable y por lo tanto empieza un segundo montaje, que terminará con la captura del resto de la familia de Israel Vallarta.La reclusión de Florence Cassez en una prisión mexicana desencadenó un áspero incidente diplomático entre Felipe Calderón y Nicolás Sarkozy, que llevó a la cancelación del ‘Año de México en Francia’ en 2011”.¿Tuviste alguna vez miedo de poner nombre y apellidos reales a los protagonistas de esta historia? “Hasta ahora no tuve miedo ni tampoco recibí ninguna amenaza, ninguna represalia, afortunadamente.Pero en el otro sentido, creo que también tiene que ver con que a fin de cuentas se trata de un libro y que no deja de ser literatura, aunque tenga una parte de denuncia. Se ve que no les importó demasiado.En México por supuesto quienes documentaron la guerra contra el narco, la colusión de los políticos con el narco, corrieron peligro. Este no es un caso vinculado con el narcotráfico: también quizá esto es lo que permite afortunadamente que no se dé ninguna de estas situaciones”.
¿Crees que la próxima administración creará una diferencia con respecto al pasado? “Ojalá ocurra. Hay un ámbito que está muy claramente en la agenda del presidente electo, López Obrador, que es el del combate a la corrupción, que, por supuesto, es una parte central de la disfuncionalidad del sistema de justicia. Pero no es el único”.¿Cómo son y de qué tratan los 17 libros que ha publicado López Obrador? “Se necesita realmente pensar en una reforma integral para que tengamos una justicia verdaderamente independiente, transparente y confiable. Y se necesita que el Gobierno ponga mucho más énfasis en esto”.¿Esto se podrá lograr en un sexenio? “Espero que haya avances importantes en estos seis años, y el hecho de que una figura como Olga Sánchez Cordero [ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que decretó la puesta en libertad de Florence Cassez, en enero de 2013, debido a los agravantes en su proceso que violentaron sus derechos fundamentales] ahora vaya a ser la Secretaria de Gobernación es algo que da esperanza de un cambio positivo”.
Florence Cassez fue liberada en enero de 2013, después de pasar más de 7 años en la cárcel. A la mujer francesa se le reconoció un amparo por las irregularidades de su detención y proceso. Su ex-pareja, Israel Vallarta, sigue detenido. Más de una década después de su detención en directo, Israel Vallarta sigue en la cárcel sin sentencia judicial. Al margen de las artimañas del sistema judicial, ¿crees que Vallarta es inocente? “Yo quiero que el lector saque sus propias conclusiones. Al mismo tiempo me queda claro que Israel debe estar libre, por las mismas razones por las que Florence está libre. Mi opinión es que no se pudo comprobar las responsabilidades de Israel en estos secuestros. Pero esto es algo que le corresponde todavía determinar tanto a la justicia como a los propios lectores.Pero de lo que no tengo ninguna duda es que Israel es una víctima del Estado mexicano desde el principio, por las torturas que sufrió, con las detenciones arbitrarias de sus familiares, con la falsificación de pruebas. Y con la destrucción de un juicio justo. En esta medida, creo sin duda que Israel debe ser liberado.Tanto Israel como muchísimos como él son detenidos arbitrariamente, a veces sin que se sepa claramente por qué. En México, si uno no tiene poder, dinero o conexiones, las posibilidades de salir adelante son escasas”.
Las relaciones diplomáticas también fueron importantes para llegar a la liberación de Cassez. El expresidente Nicolás Sarkozy empezó las negociaciones con las autoridades mexicanas. Y el nuevo jefe de Estado, siguió el mismo camino.El cambio político pudo ayudar, dicen los periodistas. El expresidente de México, Felipe Calderón, se oponía con firmeza a la liberación de la francesa. Canceló el año cultural de México en Francia en 2011, cuando supo que el evento se dedicaría a Cassez. Cuando Calderón fue sucedido por el priista Enrique Peña Nieto -subrayaban los medios franceses- la diplomacia entre ambos países también ha cambiado.El presidente FrançoisHollande saludó la liberación de su compatriota. “Está terminando un período particularmente doloroso”, dijo después del anuncio, además de agradecer a la justicia mexicana que, dijo, “hizo prevalecer el derecho”.Ahora que fue liberada, la prensa francesa se preguntaba cómo iba a reaccionar la opinión pública mexicana.La polémica se queda en México. Una escena define las horas que se viven en México tras la liberación de Florence Cassez: al salir de la prisión a bordo de una camioneta, escoltada por policías, familiares de víctimas de secuestro corrieron al paso del vehículo mientras gritaban “¡Asesina!”. Era parte de la reacción al fallo de la Suprema Corte (SCJN) que anuló la sentencia que cumplía la francesa. En un país que vivía la peor ola de violencia del último siglo, la decisión de los ministros (jueces) dividió las opiniones. En estaciones de radio era frecuente escuchar críticas de activistas contra el secuestro quienes cuestionan a los jueces por “olvidar a las víctimas”. Muchos incluso decían que otras personas sentenciadas por este delito pueden salir libres tras la decisión de la Corte.Pero otros cuestionaban estos argumentos y recordaban que el caso de Florence Cassez nunca hubiera ocurrido sin el montaje televisivo que realizó la desaparecida Agencia Federal de Investigación (AFI).
“Yo cometí un error periodístico. No me di cuenta que aquello era un montaje”, reiteró el comunicador Carlos Loret de Mola, a la revista mexicana Proceso, al hablar sobre la falsa detención de la ciudadana francesa Florence Cassez e Israel Vallarta, difundida en vivo en 2005 en el noticiario que conducía entonces, Primero Noticias, de Televisa.En un video difundido en sus redes sociales, Loret de Mola informó que compareció ante las autoridades por presuntamente haber participado en el montaje protagonizado por la desaparecida Agencia Federal de Investigación, a cargo de Genaro García Luna, preso en Estados Unidos acusado de nexos con el Cártel de Sinaloa. “Me fue muy bien. Pude dejar clarísimo que si bien cometí el error de no darme cuenta, nunca organicé, planeé o me coludí con nadie para hacer algo por lo que ofrecí disculpas desde hace 15 años”, se justificó. Tras decir que cometí un “error periodístico”, dijo ser víctima de ataques sistemáticos por parte del presidente, Andrés Manuel López Obrador, y de sus “personeros”, pues cada que presenta un reportaje “contundente y bien documentando”, le recuerdan el caso Cassez, el cual sucedió hace 15 años. Carlos Loret de Mola si acepta que cometió un error y provocó uso daños, no puede quedarse en unas disculpas. Debe reparar los daños materiales y morales que provocó con su ‘ingenuidad’. El periodista aparece como un ‘tonto listo’ infravalorando a la opinión pública nacional e internacional.
«Pero tampoco puedo negar el ataque sistemático del presidente López Obrador y sus personeros hacen contra mí, usando este tema, del caso de Cassez y el montaje”, indicó. El 9 de diciembre de 2005, en el noticiero que conducía en Televisa, Primero Noticias, se presentó el ‘operativo’ en vivo, donde reporteros de Televisa y de TV Azteca grabaron la detención de los presuntos miembros de una banda de secuestradores llamada “Los Zodiaco” que operaban en el Estado de México. En el noticiero de Loret se narró paso a paso la llegada de elementos de la AFI fuertemente armados al rancho Las Chinitas, ubicado en la carretera México-Cuernavaca. En las imágenes se ve cuando los policías de la AFI someten a un hombre que ya estaba en el suelo, boca abajo y esposado, le exigen que levante el rostro, le piden que se identifique, él responde: Israel Vallarta. Le preguntan cuánta gente tiene secuestrada y dice que tres personas. Después, se ve al reportero de Televisa ir a un rincón de la casa donde hay una mujer cubierta con una manta blanca sentada en el suelo y quien aseguró ser de origen francés, a quien empieza a interrogar sin que intervenga ningún elemento de la AFI. Luego, también le hace preguntas al supuesto secuestrador, como la manera en que urdió el rapto, cuánto tiempo las tenía escondidas, entre otras. Todo se transmitió en horario estelar.El 15 de marzo de 2006, en el programa de Televisa, Punto de Partida, se ventiló el montaje de este caso y aseguró que García Luna, había aceptado que se hizo a petición de Televisa y TV Azteca. Sin embargo, el montaje se convirtió en una farsa judicial donde Cassez fue encarcelada y condenada a 60 años de cárcel en 2010. Tras varias solicitudes de extradición pedidas por el gobierno francés y negadas por el gobierno de Felipe Calderón, el caso llegó a la SCJN, organismo que, en 2011, ratificó la sentencia. Sin embargo, en 2012 ordenó la liberación de Cassez tras considerar que el montaje televisivo de su captura vició el debido proceso en su contra.
En exclusiva para el semanario francés L’Express, Nicolas Sarkozy revela pormenores de la ‘chapuza’ Cassez y de su enfrentamiento de cinco años con Felipe Calderón. Es la primera vez que el exjefe de Estado galo acepta tocar el tema y habla también de la detención en Estados Unidos del exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, responsable de la puesta en escena del arresto de Florence y de Israel Vallarta ante las cámaras de Televisa y TV Azteca. Nicolás Sarkozy se endereza en el sofá donde está sentado cuando se le pregunta si se sorprendió al enterarse de la detención de Genaro García Luna por el FBI y de las acusaciones de complicidad con el narcotráfico que pesan contra ese personaje en Estados Unidos. Su respuesta estalla tajante: “No me asombró en absoluto. No sabía cuándo ni cómo iba a ocurrir, pero desde hace tiempo sabía que iba a ocurrir”. Y sin dar oportunidad de profundizar sobre el tema agrega, más tajante aún: “Nunca me alegra asistir a la caída de alguien, independientemente de lo que haya hecho. Me porté suficientemente severo con ese personaje cuando se encontraba en la cúspide del poder y de la gloria… Ahora que está detrás de las rejas no pronunciaré una sola palabra en su contra. Es una cuestión de principios. Sarkozy atiende a los reporteros en su elegante oficina de la rue de Miromesnil -a escasos minutos a pie del Palacio del Elíseo- que el Estado francés puso a su disposición desde que dejó la Presidencia, en 2012. Cumplidos sus 65 años, tene 66, ya jubilado, el expresidente galo despliega múltiples actividades. Recorre el mundo dictando conferencias y señala, entre otras, la que dio hace dos años a solicitud de Carlos Slim ante la crema y nata del mundo empresarial mexicano. También escribe libros: ‘Passions’, su autobiografía estableció récord con más de 220 mil ejemplares vendidos en menos de medio año. Cada vez más cercano a Emmanuel Macron, que lo consulta a menudo, Nicolás Sarkozy representa al presidente galo en actos internacionales, como la coronación del emperador de Japón o el sepelio del sultán Qabus, de Omán. Abogado de profesión, Sarkozy enfrenta también con una energía inagotable varios procesos judiciales que tiene en su contra desde hace más de una década. El expresidente asegura que ya no tiene ambiciones políticas.
Es la primera vez, desde la liberación de la reclusa de la cárcel de Tepepan, que Sarkozy acepta volver sobre el affaire Cassez, que desató violentas polémicas en México y Francia y amenazó las relaciones diplomáticas entre los dos países a lo largo de su quinquenio y del sexenio de Felipe Calderón. Le pareció importante dirigirse simultáneamente a los lectores mexicanos de Proceso y franceses del semanario L’Express. Florence Cassez y sus abogados analizan la posibilidad de lanzar nuevas iniciativas judiciales en México. ¿Está de acuerdo en que lo hagan? “Por supuesto. Los derechos de esa ciudadana francesa fueron pisoteados. Su vida fue destrozada durante siete años. Un estado de derecho como el de México tiene la obligación de asumir sus responsabilidades. Dicho eso, sólo la víctima puede tomar esa decisión. A mí no me corresponde darle consejos. Pero yo comprendería muy bien que dé la lucha para lavar su honor, no sólo mediante un procedimiento judicial sobre el fondo de su caso, sino también para exigir una indemnización por los siete años que le fueron robados.
¿Recuerda en qué momento preciso se enteró del caso de Florence Cassez? Me acuerdo muy bien. Fue el diputado Thierry Lazaro, de la región norte de Francia, quien vino a explicarme la situación en 2007. Yo llevaba muy poco tiempo en la Presidencia y Florence Cassez estaba encarcelada desde hacía dos años. Por supuesto yo había oído hablar de su historia, pero no en forma detallada. En realidad sólo sabía que esa mujer de escasos 33 años se encontraba en una cárcel muy dura en México. Yo sabía además que el contexto político y social era sumamente difícil, porque en ese entonces se perpetraban un promedio de 8 mil secuestros al año en México y que muchos de ellos acababan en asesinatos. Thierry Lazaro me pidió que recibiera a los padres de Florence Cassez y a su abogado, el licenciado Frank Berton. ¿Cómo fue ese primer encuentro? “Los atendí en el Salón Verde, en el primer piso del Palacio del Elíseo (sólo se recibe a visitantes de alto rango en ese lujoso salón contiguo a la oficina presidencial). Me impresionó de inmediato la dignidad de la pareja. Me pareció gente admirable, muy bien educada, que se expresaba con gran moderación. Controlaban cada palabra, a pesar de que el cielo se les había caído encima. Recuerdo los ojos azules del padre y la actitud reservada de la madre. Tenía frente a mí a padres dignos, nada llorosos pero angustiados al extremo. ¡No era para menos! Su hija acababa de ser condenada a 96 años de cárcel. Me dijeron simplemente: ‘Ayúdenos. Estamos desamparados. Conocemos a nuestra hija. No es una criminal. No es una secuestradora. Somos una familia honesta’. De inmediato tomé la decisión de ayudarlos, pero de todos modos mi deber era hacerlo”. ¿Es decir? “Cuando un compatriota está encarcelado donde sea en el mundo, yo considero que el deber de un presidente de la República Francesa es estar a su lado. No para que escape de sus responsabilidades, sino porque el jefe de Estado tiene que proteger los derechos de los franceses, incluyendo los de quienes cometieron faltas. Es una cuestión de principios. No defendí solamente a Florence Cassez. Presté la misma atención y actué con la misma determinación en los casos de Ingrid Betancourt (ciudadana franco-colombiana, rehén de las FARC durante seis años, de 2002 a 2008), de GiladShalit (soldado israelí que cuenta también con la nacionalidad francesa, secuestrado por un grupo extremista palestino en 2005 y liberado seis años después, luego de complejas negociaciones entre el gobierno de Israel y Hamas) y de MichaëlBlanc (joven francés encarcelado 15 años en Indonesia por tráfico de drogas, delito del que siempre se declaró inocente).
¿En qué momento llegó usted a la convicción de que Florence Cassez era inocente? “Pedí a mis colaboradores que juntaran todos los elementos posibles para entender ese expediente…Y no tardamos en percatarnos de incoherencias patentes, empezando por la extravagante puesta en escena, a posteriori, de la detención de Florence Cassez y de Israel Vallarta ante las cámaras de televisión… No se necesitaba ser Sherlock Holmes para entender que se trataba de un montaje alucinante. Para mí resultaba inaceptable que semejante situación se diese en una democracia como México, que es un país que siempre admiré y que sigo admirando. ¡En realidad era mucho más difícil creer en la culpabilidad de Florence Cassez que en su inocencia!” En 2008 Florence Cassez fue condenada a 96 años de cárcel. Un año más tarde su sentencia fue “reducida” a 60 años. Eso ocurrió en vísperas de su viaje oficial a México, en marzo de 2009, y en el momento en que ambos países ya habían iniciado los intensos preparativos del Año Francia-México, a celebrarse en 2011. “Fue precisamente ese contexto lo que agudizó mi obligación de prestar asistencia a Florence Cassez. Antes de mi viaje a México y en el marco de contactos previos a él, había invocado la Convención de Estrasburgo, firmada por Francia y México, que permite que un sentenciado extranjero cumpla la condena en su país de origen. Por lo tanto le pedí al presidente Calderón que me devolviera a mi compatriota. No se trataba de liberar a Florence Cassez, sino de proceder a su traslado a Francia para que pudiera cumplir su pena de cárcel en su tierra, donde su familia podría visitarla, en lugar de hacerlo a nueve mil kilómetros de su casa”. El 6 de febrero de 2009, un mes antes de ese viaje oficial a México, usted recibe una carta del presidente Calderón… “Exacto. Es una carta conciliadora que abre la puerta a un traslado de Florence Cassez a Francia. Sin embargo, un mes después, cuando llego a México, la actitud del presidente Calderón es radicalmente distinta. Ya no se habla en absoluto de apertura. El 8 de marzo de 2009 tenemos una comida privada con el presidente mexicano y nuestras esposas en la hacienda de Tlacatecpan. Todo empieza muy bien. El presidente y su esposa son muy simpáticos y muy acogedores… hasta el momento en el que no puedo ceder en el affaire Cassez. Fui muy claro. Le dije que entendía hasta qué punto el tema de los secuestros era sensible en México, pero insistí en que Florence Cassez tenía que ser trasladada a Francia, conforme a los convenios internacionales”.
Sarkozy interrumpe brevemente su relato, mueve varias veces la cabeza. En voz más baja y con tono confidencial agrega: “A partir de ahí todo cambió. El presidente Calderón se puso muy rígido y luego se enfadó. Subió el tono entre nosotros dos. Nos enfrentamos… Fue brutal. Y de repente él exclamó: ¡Jamás!” ¿Jamás? “Jamás habrá traslado, porque el clima político no lo permite. El bloqueo era total. Un océano nos separaba”. ¿Qué sintió ante un cambio de actitud tan drástico y repentino? ¿Llegó a pensar que tal vez el presidente Calderón era objeto de presión? “Me lo pregunté…”.Silencio. ¿Y qué pasó después? “Como el ambiente de la comida había sido ‘medianamente bueno’, digamos, toda la diplomacia francesa me aconsejó no tratar el tema de Florence Cassez durante el resto de mi visita. Ciertamente los diplomáticos tenían el derecho -quizás inclusive el deber- de aconsejarme eso, pero yo tengo otra concepción de las cosas. Considero que México es una democracia, que los mexicanos son los herederos de una civilización inmensa y que respetarlos implica exponerles claramente los problemas. Para mí era claro que yo no debía eludir estos problemas pronunciando un discurso vacío en el Senado de la República de México, un discurso como tantos otros, de los que no queda nada. Retrospectivamente, 10 años después de los hechos, creo poder afirmar que nadie olvidó mi discurso”. Causó revuelo, efectivamente… “Me porté cortésmente. No pronuncié el nombre de Florence Cassez en el Senado. Pero todo el mundo percibió el sentido de lo que decía. En términos amistosos, pero sin rodeos, recordé que en una democracia hay cosas que simplemente no son posibles. Casi toda la prensa mexicana me cayó encima, presentándome como defensor de los criminales. Todo eso tomó proporciones terribles…”. En 2011 subió aún más la presión cuando dedicó usted el Año de México en Francia a FlorenceCassez. ¿Fue una provocación? “Óigame, tenemos a una joven mujer francesa condenada a 60 años de cárcel y yo tengo la convicción de que se trata de una injusticia; peor aún, de una infamia. Dedicarle el Año de México en Francia era mi manera de decirle al presidente Calderón: ‘No se equivoque. No voy a ceder’…” Resultado: México replicó cancelando su participación en el año franco-mexicano. Una reacción más que previsible… “El presidente Calderón hizo lo que consideró que debía hacer. Pero para mí las cosas siempre fueron claras: no celebré el Año de México en Francia con una de mis compatriotas encarcelada a raíz de un complot político nauseabundo”. Sarkozy mira en silencio a los reporteros, con expresión grave y sin esperar pregunta afirma: “Pero ahora que la verdad está en la mesa, cada uno puede juzgar lo que pasó. Recuerdo que mi firmeza desencadenó una ola increíble de críticas en Francia, en particular entre mis enemigos políticos”.
En México las críticas fueron aún peores. ¿Francia y México estaban al borde de la ruptura diplomática? “Entre los dos países, no. Entre los dos presidentes, sí”. ¿Qué ‘palanca’ podía accionar para tratar de desbloquear la situación? Nicolas Sarkozy se acomoda mejor en el sofá. Brilla una leve chispa de malicia en su mirada. Dice: “Tenía que buscar la manera de volcar a la opinión pública mexicana, que estaba manipulada no solamente por el gobierno sino también por los medios de comunicación… salvo raras excepciones. Ante la histeria que provocaba el caso Cassez y que volvía inaudible cualquier argumento razonable, sentí que era importante acceder a los mexicanos que creen en los derechos humanos y en el estado de derecho. Pensé entonces en el papel determinante que juega la Iglesia en México y me dirigí al papa Benedicto XVI, que me inspiraba una gran admiración. ¿Cómo fue la entrevista? “Al final de nuestra conversación, estábamos solos los dos en la oficina del papa, le dije: “’Santo Padre, quisiera hablarle de una protegida mía, una mujer joven condenada a 60 años de cárcel de manera injusta”. El papa juntó las manos así. Sarkozy imita el gesto del papa, junta las manos y prosigue: “Exclamó: ‘¡Oh! ¡Qué desafortunada! ¡Qué desafortunada!…’. Luego me dijo: ‘Explíqueme’. “Le expliqué que, desde mi punto de vista, Florence Cassez era víctima de una terrible injusticia, de un complot, y que yo creía en su inocencia. Inclusive precisé que el único crimen del que eventualmente se le podía acusar era de haberse enamorado de un mal tipo y que eso no merecía 60 años de cárcel. Le dije que estaba consciente del rol fundamental que juega la Iglesia en la sociedad mexicana y que confiaba en que nuestra conversación pudiera llevar a la Iglesia de México a echar una mirada nueva sobre el caso de Florence Cassez, una mirada sin prejuicios que le permitiría tomar la medida de las incoherencias de ese asunto sórdido. Fue lo que pasó y así empezó una cierta evolución en la opinión pública”.
Nicolás Sarkozy cambia de nuevo de posición y confía: “Tuve una larga conversación telefónica con Florence Cassez, que alcanzó a llamarme desde la cárcel. Estalló en lágrimas. Yo sabía de sobra que nuestras comunicaciones estaban intervenidas. Eso me convenía, en realidad, porque así podía enviar el mensaje de que no quitaba el dedo del renglón. Le conté todo en forma muy detallada para tranquilizarla, por supuesto, pero también para hacer llegar la información al más alto nivel. A partir de ahí empezaron a oírse voces a su favor en la Iglesia y luego en otros ámbitos. El 23 de enero de 2013 la Suprema Corte reconoció por fin las incongruencias de todo el expediente y ordenó la liberación de Florence Cassez”. ¿Qué balance saca de ese caso, que duró todo su quinquenio? “Tengo una certeza: uno nunca se equivoca cuando defiende principios”. ¿Qué contesta a quienes lo acusan de haber politizado el caso Cassez? “Nada. Que digan lo que quieran los observadores políticos y los medios de comunicación. Eso me deja totalmente indiferente. Es más, en el caso del affaire Cassez, el argumento de la explotación política es francamente ridículo. Cuando se analiza retrospectivamente mi empeño en exigir que se ofreciera justicia a Florence Cassez, uno se da cuenta de que eso me causó más problemas que otra cosa. Basta recordar los comentarios de la prensa francesa sobre mi viaje oficial a México en 2009. Fue presentado como un fracaso rotundo. Casi todo el mundo habló de agravio. Se dijo que yo había sido humillado”. Cuando Florence Cassez llegó a Francia, después de su liberación, usted no fue a recibirla al aeropuerto de Roissy Charles de Gaulle. “Mi sucesor no me invitó… Florence Cassez, sin embargo, manifestó el deseo de visitarme. Lo hizo después de la conferencia de prensa que dio en Roissy y antes de ir al Palacio del Elíseo. Mi esposa y yo comimos con ella y fue emocionante volverla a ver libre”.
La voz de Israel no es la voz de Florence: ella siempre la alzó, cuando él, durante mucho tiempo, tuvo que quedarse callado. Mientras estaba arraigado, a merced de los agentes que amenazaban con matar a su familia y de sus aliados en la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO, ahora SEIDO), Israel no quiso ni pudo denunciar el montaje. Florence lo hizo. Convencida de que se trataba de un malentendido, la francesa pensó que sería liberada en un lapso de tiempo breve. Israel tomó rápidamente conciencia, al ser torturado, que no se trataba de un error judicial, sino de una maquinación. Cuando las autoridades reforzaron las acusaciones y voltearon a las víctimas en su contra, se hizo evidente que no podrían evitar ni la cárcel ni un largo juicio. Lejos de los focos mediáticos, Israel Vallarta denunció formalmente la tortura y aportó, como prueba, el dictamen médico de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) del 12 de diciembre de 2005, que dejaba constancia de las quemaduras por toques eléctricos. El 30 de agosto de 2006 se abrió una averiguación previa por los delitos de abuso de autoridad y lesiones en la Dirección General de Delitos Cometidos por Servidores Públicos de la PGR. En esa averiguación se vertió la investigación interna abierta por la Agencia Federal de Investigación después de la revelación pública del montaje.
Israel abrió dos frentes: quería demostrar la tortura y su inocencia. El 2 de febrero de 2007, Vallarta fue atacado por un perro en el módulo de máxima seguridad del Reclusorio Oriente. El ataque, que le ocasionó graves lesiones en una pierna, ocurrió durante un operativo de revisión del Grupo Especial Táctico Tiburón, conocido por sus actos recurrentes de tortura contra reos, al más puro estilo de Abu Ghraib, la cárcel donde militares estadunidenses torturaban a sus detenidos en Irak y donde los reos eran aterrorizados con perros agresivos. Después de la denuncia de la familia Vallarta, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal abrió una investigación, recabando la narración de Israel sobre el ataque: “…dirigiéndose directamente a mi celda, el comandante me ordenó que me desnudara y que me parara con las piernas separadas y agarrando los barrotes, cuando de repente escuché y observé que el comandante Miguel Ángel Vargas Campos silbó, y sentí una mordedura…”. La herida empezó a sangrar profusamente y el dolor se volvió insoportable. Los guardias se burlaron: “¿No que eres de la Cruz Roja? Tú bríndate los auxilios, hazte la curación tú mismo”. Vallarta era voluntario de la Cruz Roja e impartía capacitación a los internos. Al día siguiente, cuando un médico pudo finalmente constatar la gravedad de la lesión en el músculo femoral, el comandante habría irrumpido en la enfermería: “…ordenando se me regrese a mi estancia ya que no tenía nada grave, a la vez que me manifestaba que si lo denunciaba, me iba a hacer la vida imposible, mandándome a golpear o en el peor de los casos me iba a mandar a matar”. Tres días después, Israel fue finalmente atendido y hospitalizado durante un mes. La mordedura del perro sirvió de dolorosa señal de intimidación para que dejara de denunciar a los servidores públicos por el montaje y la tortura. Las amenazas de atentar contra sus familiares nunca cesaron. Se cumplieron, con las detenciones de 2009 y 2012, precedidas por vigilancia y acoso policial alrededor de los domicilios de los Vallarta. En julio de 2011, Mario, uno de los hermanos de Israel, fue víctima de un operativo de terror, cuando policías federales vestidos de civil saquearon su casa y lo mantuvieron privado de su libertad durante varias horas, avisándole de su próxima detención.
“La ‘nueva policía inteligente’ continúa prostituyendo la ley. Ésa es la verdadera delincuencia organizada con placa, que en los últimos años ha dañado tanto a México”, dice la carta de Israel Vallarta a los medios de comunicación, del 26 de marzo de 2012, un mes antes de la captura de Mario y de su sobrino Sergio. Israel ya no quería callarse. Pero alzar la voz siempre tenía un precio. El 20 de abril de 2012 un expolicía federal encarcelado, un hombre cercano a Luis Cárdenas Palomino y Javier Garza Palacios, los artífices del montaje mediático de la detención de Vallarta y Cassez, se habría acercado a Israel en un pasillo del reclusorio y le habría dicho: “Me mandan decir que retires la demanda. Y que no se te vuelva a ocurrir pedir que comparezca Garza Palacios. Tú ya sabes que con testigos falsos podemos hacerte todo y podemos involucrar a tu familia…”. Israel dio aviso a su hermana Guadalupe durante la visita del 27 de abril y le pidió que denunciara los hechos. Pero era demasiado tarde. El mismo 27 de abril, a las 20:00 horas aproximadamente, Mario y Sergio fueron detenidos. En la noche del 27 al 28, sus familiares, muertos de angustia, habían acudido a la CNDH para dejar constancia de su desaparición y, con base en sus experiencias anteriores, expresar sus temores de que estuvieran siendo torturados en algún lugar por la Policía Federal. Evidentemente, lo que temían estaba ocurriendo en ese preciso instante. El personal de la CNDH les comunicó que tendrían que esperar 72 horas porque hasta entonces no eran hechos consumados, sin entender que eran los mismos hechos que llevaban siete años consumándose. Como en el caso previo de René, Juan Carlos y Alejandro, el 7 de mayo de 2009, las denuncias de la familia ante la CNDH permiten comprobar formalmente el retraso en la puesta a disposición del Ministerio Público. El 28 de abril de 2012 por la tarde, 20 horas después de su captura, los familiares de Mario y Sergio supieron que la Policía Federal los había finalmente entregado a la SIEDO, donde habían llegado en condiciones de salud calamitosas. Una vez llegados los familiares a ese lugar, se abrió una puerta y Guadalupe vio a su hermano convulsionándose en una cama, con la espalda en carne viva. El agente del Ministerio Público le dijo que los federales los habían entregado en ese estado. La CNDH tardó 28 días en enviar a su personal a entrevistarlos. Firmaron confesiones bajo tortura, ignorando el contenido de sus declaraciones.
Mario y Sergio fueron acusados de secuestros cometidos poco antes de su detención, en 2012, cuando la Suprema Corte estaba estudiando la posible liberación de Florence Cassez. El acoso, las detenciones y las torturas formaban el círculo de terror alrededor de los Vallarta: amenazas que nunca se quedaban en amenazas y siempre se cumplían. En el caso de René, Juan Carlos y Alejandro, hubo señales indicando que la investigación de su detención por parte de la PGR estaba siendo saboteada internamente. El Ministerio Público informó a la familia que el perito que firmó los protocolos de Estambul demostrando la tortura había retirado su dictamen. Según la PGR, había “mucha presión” y los responsables no iban a ser detenidos. A los Vallarta se les quiere quitar lo poco que habían conseguido: el reconocimiento de su tortura. David Orozco ya no puede defenderse. Este comerciante de ropa fue detenido el 5 de mayo de 2009, torturado y obligado a filmar un video para acusar a Vallarta y Cassez. Murió el 5 de enero de 2015 en el penal de alta seguridad de Tepic, después de que le diagnosticaran en junio de 2014 un tumor en el riñón. El juez rechazó el incidente de libertad por enfermedad terminal que había solicitado, impidiendo a su esposa acompañarlo durante su agonía. Durante cinco años su familia estuvo alertando de la degradación de su estado de salud, manifestando, entre otros síntomas, dolores y orina en la sangre. El urólogo lo vio solamente en 2014. Entonces, los médicos le preguntaron por los golpes y los toques eléctricos que le habían dado en los testículos. Inmediatamente relacionaron la tortura, demostrada por el protocolo de Estambul, con su padecimiento, pero no dejaron constancia de la relación en sus informes, para no crear evidencia que pudiera ser utilizada en contra de las autoridades, según su esposa, Silvia Velásquez. La muerte de David Orozco, consecuencia probable de eventos que ocurrieron varios años antes, podría ser considerada como un asesinato de efectos retardados. El 17 de abril de 2015 Antonio Fernando Bernal Gutiérrez, el agente del Ministerio Público adscrito al Juzgado Primero de Procesos Penales Federales en el estado de Nayarit, entregó al juez conclusiones acusatorias por los delitos de “delincuencia organizada y otros” en contra de Juan Carlos y Alejandro. El documento es un nuevo capítulo de la arbitrariedad ciega en la que se mueve la PGR: los acusa de posesión de narcóticos con fines de venta, “lo que demuestra la conducta típica consistente en organizarse”. El funcionario inventó un delito por el cual no aportó pruebas, ni fabricadas ni sembradas, y por el cual jamás fueron procesados los sobrinos de Israel.
El cúmulo de burlas, simulaciones y violencias culmina con estas acusaciones, ejemplo de la enajenación que se apoderó de la PGR en su proyecto de destruir a la familia Vallarta, todo para validar la legitimidad del montaje inicial y la existencia de la Banda de los Zodiaco. (Juan Carlos y Alejandro Cortez Vallarta fueron sentenciados el 22 de septiembre de 2015 a 33 años de prisión por delincuencia organizada, portación de arma y por el secuestro de Ezequiel Elizalde, por el juez Primero de Distrito de Procesos Penales Federales en el estado de Nayarit. Ambos habían demostrado que no podían haber cometido ese plagio al encontrarse en sus lugares de trabajo, uno en el DF y el otro en Akumal, Quintana Roo.) “Yo soy el primero de todos que quiere que se sepa la verdad”. Dos ojos negros, una mirada fija que traspasa la rejilla cerrada de la sala de audiencia delatan la obsesión de un hombre. Israel Vallarta tiene ahora, en el 2021, 50 años, los últimos con su vida en suspenso. El 24 de junio de 2015, en el penal de máxima seguridad del Altiplano, dispone de 20 minutos para condensar 10 años de lucha y 33 tomos de expediente en un torrente de palabras. Nuevamente ese día, se espera el testimonio de una víctima que no llega. “¡Yo quiero que ese señor comparezca! Quiero que el juez vea que yo no tengo nada que ver con su secuestro”, dice Vallarta. Se refiere a ShlomoSegal, un hombre secuestrado en 2003, hecho por el cual Israel fue acusado en 2011. Segal nunca identificó al procesado; manifestó a la PGR que “no tenía ningún interés en continuar con el asunto” y solicitó “que no se le molestará para nada”10. Después de amenazarlo con imponerle multas y una pena de cárcel por su desacato, el juez de Toluca envió policías ministeriales a casa de su hermano en diciembre de 2014 para buscarlo por la fuerza. Bajo amenaza de aprehensión, Segal se comprometió a acudir a declarar. Pero nunca lo hizo. Un mes antes, Vallarta se había mostrado agitado cuando llegaron a comparecer algunos de los agentes que lo habían torturado. Con lágrimas en los ojos, Israel había solicitado la intervención del juez por videoconferencia. “Después de tanto tiempo, no te creas, voy a cumplir 10 años y me siento desesperado, ¡me siento impotente! De tanto que he intentado defenderme. Todo, siempre, ha estado en mi contra. ¡Somos inocentes! Pero así va la justicia en México”, dice Israel. Está convencido de que llegar a la verdad de los hechos es la única protección de la que podrá gozar su familia.
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