Cisma político guatemalteco

En la nación centroamericana Se habla de una ruptura entre Giammattei y su vicepresidente. 

Por Hilder Menéndez Castillo 

Últimamente se ha hablado en diversos medios acerca de una ruptura en el Organismo Ejecutivo, de una supuesta separación entre el presidente de la República y su vicepresidente. 

Para muchos podrá parecer un análisis acertado o producto del sincero afán de informar y comunicar a la sociedad, pero para mí se resume en la máxima latina de divide et impera. 

Recuerdo muy bien el día en que Alejandro Giammattei tomó posesión como candidato presidencial de Vamos. Especialmente memorable fue el discurso que pronunció el vicepresidente Willy–porque así pide que le digan–, en el que no sólo habló del presidente como de un buen amigo, sino que dictó fenomenal narrativa de su perspectiva sobre los esfuerzos que éste hacía para sacar adelante su gran proyecto de vida, como primer mandatario de la nación guatemalteca. 

Quien haya tenido noticia de esto sabe bien que esa intervención dejó muy bien parado a Giammattei. Habló de su calidad humana, de su dedicación y de su inquebrantable perseverancia, comprometiéndose además con los votantes a ser el mejor vicepresidente que Guatemala pudiera tener. 

Una relación por supuesto siempre presenta sus claroscuros, pero en este caso se trata de una relación que siempre estará, a pesar de sus altos y sus bajos, porque se construye en torno a un proyecto conjunto y firme, el de sostener la casa que cobije a todos los guatemaltecos. 

No sé si Willy será el vicepresidente perfecto, pero se ve que es algo que él quería y en lo que tuvo toda la libertad de elegir. 

Más factible me resulta la interpretación de la rivalidad política de terceros, para explicar el ruido que se ha generado en este tema. 

Propios y extraños coinciden en que hasta ahora Giammattei no ha demostrado una debilidad patente, alguna fractura sobre la que puedan ejercer presión sus adversarios políticos, por lo que resulta muy atractiva la idea de optar por un fantasma, de alimentar un chisme que genere barullo y que desestabilice al presidente, algo que no se ha dado. 

El argumento más formal que se ha presentado para sostener la hipótesis de la ruptura es el de la aparente divergencia entre las líneas que cada uno ha manejado ante las diferentes circunstancias. 

No obstante, los puestos del ejecutivo no son para que uno sea la sombra y el eco inerte del otro, sino para complementarse. 

Y así han sido, como son, desde siempre, con opiniones diversas pero centrados en el proyecto que crearon juntos y que así los mantiene. Cada quien desde su posición, en aras de un propósito superior: el interés nacional. 

Del mismo modo, hay que ser claros en cuanto a que no es posible un choque o un conflicto en el ejercicio de sus funciones. La competencia del vicepresidente en las atribuciones presidenciales se limita a suplir la ausencia temporal o permanente del titular, sujetándose siempre a las disposiciones de la normativa vigente. 

En este sentido, el manejo mediático ha sido muy claro. El presidente ha estado al frente en los comunicados, dando la cara al país por las medidas que se han implementado para evitar que suceda lo peor, ser la parte drástica de la prudencia; mientras que el vicepresidente ha mantenido la flexibilidad de esa posición, velando por los apoyos sociales y la recuperación económica. 

No hay que perder de vista que los dos frentes nos interesan a todos. El equilibrio entre ambas perspectivas es necesario para la estabilidad del país, son dos caras de la misma moneda. El médico y el Maestro en Derechos Humanos, siempre bajo el orden constitucional. 

Además, se sabe de primera mano que no existe tal división. Toda esta dinámica seguramente estará siendo motivo de risas entre ellos, como parte de la buena amistad que sostienen.  

Concluyo resaltando la fidelidad que Guillermo Castillo ha demostrado hacia Alejandro Giammattei y el proyecto que representa, ese que nos ha devuelto la esperanza a tantos guatemaltecos. 

Los adversarios seguirán aspirando a destruir, buscando brechas para dañar, pero en este caso cometen un grave error. Las cosas buenas florecen en la concordia y ese es el tono en el que se han manejan las cosas entre la dupla presidencial. 

Ante el “divide y vencerás” de los oportunistas se impondrá siempre la fuerza de nuestra unión. Hay proyecto para rato y Guatemala permanece unida. 

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