Se apagan las risas; compañía circense lleva 30 días varada en Solidaridad

PLAYA DEL CARMEN 

Son varias las generaciones de mexicanos que pasaron momentos felices en sus carpas, que han ido, durante 133 años, de lugar en lugar, para abarcar todo el territorio azteca, con su espectáculo que nació como un sueño familiar: el Circo Atayde Hermanos. 

Ahora, más de un siglo después, los vientos que arrojan a la vida circense, los acercaron a Playa del Carmen, en plena contingencia de Covid-19, donde permanecen varados desde hace un mes. 

Esto luego, explicó su director de Relaciones Públicas, Ernesto Medina Sánchez, de que justamente el 16 de marzo realizaran su última presentación en Cancún, como parte de su gira peninsular, antes de que se declarara la contingencia. 

Ubicados en el llamado «recinto ferial», sobre la avenida Constituyentes, en su cruce con el Arco Vial, son más de 80 personas, entre artistas, administrativos, operativos, los que permanecen aparcados en las casas rodantes, en medio de tráileres y carros particulares: la gran mole circense detenida por el peligroso enemigo invisible. 

Entre los más de 80, dice que hay una veintena de niños, «incluso un recién nacido de unos días», los otros de los dos a los 16 años de edad, ya inquietos, «pero todos siguiendo las recomendaciones de la Secretaría de Salud». 

Sobre este tema, han tomado la medida de comer en grupos pequeños, para evitar las aglomeraciones; al día consumen una pipa de seis mil litros de agua, para mantener las medidas de higiene, que les cuesta poco más de 100 pesos. 

Pero el apoyo, dice Medina Sánchez, que están solicitando, «no es dinero, estamos pidiendo si nos pueden apoyar con víveres, con despensas”. 

En este sentido dijo que la semana pasado las autoridades ya se acercaron a dejarles unas despensas así como algunas asociaciones civiles, «pero vamos al día, somos muchos». 

De igual manera para reforzar las medidas de higiene recomendadas por la Secretaría de Salud, están pidiendo apoyo con cubrebocas y con gel antibacterial. 

Por Luis García 

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