EL BESTIARIO SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY
El ‘Cisne Negro’ del Covid-19 vuela sobre Quintana Roo
La Historia parece una novela de eventos inevitables, pero está llena de “sorpresas”. La Primera Guerra Mundial, el Crack de 1987, la caída de Lehman Brothers, el Brexit o la victoria de Donald Trump no se pudieron prever, nunca las olvidaremos…
SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY
Siempre me he preguntado qué tragedia de las que traumatizaron a mis abuelos Eloy, Leandra, Juan Cruz y Tomasa, en Eibar, en Gipuzkoa, y en Garai, Durango, en Bizkaia, ambos, en el País Vasco, Euskadi, en el Norte de España, en la actual Unión Europea, vería yo, décadas después, en el 2020. ¿Una guerra civil, una conflagración mundial, una gripe española como la de 1918? Nunca aposté por una gran epidemia. La medicina ha avanzado tanto que parecía inconcebible una plaga que volviera a matar a 50 millones de personas. No estamos ahí. Pero los virus son seres prodigiosos. En unos pocos días pueden modificar su código genético más que la especie humana en millones de años, como advierte la prestigiosa revista “The New England Journal of Medicine”. El biólogo ganador del Nobel Joshua Lederberg dejó claro los términos de esta contienda: Es nuestro ingenio contra sus genes. Una severa pandemia es un escenario posible. Sin embargo, el debate público gira más sobre cómo frenar la supuesta histeria colectiva que sobre los recorridos potenciales de la Covid-19 que barajan los expertos. Usamos expresiones incorrectas, “esto es como la gripe”, o casi inmorales, “solo mata a gente mayor o con patologías previas”. ¿Acaso son estos ciudadanos de segunda y, por tanto, prescindibles? Supongo que es una mezcla de impotencia y arrogancia: los intelectuales no pueden hacer mucho y su contribución consiste en criticar, desde un pedestal, a quienes expresan un miedo natural.
El coronavirus es un “Cisne Negro”. Es decir, un fenómeno raro y de consecuencias imprevistas, como la crisis financiera. En otros problemas, de cómo construir un puente a cómo enfrentar la gripe común, conocemos bien los riesgos porque tenemos muchos datos históricos. Con el Covid-19, los expertos van más a tientas. Y, si los datos técnicos les hacen dudar entre dos medidas, por ejemplo, permitir aglomeraciones ciudadanas en un determinado lugar o no; o mantener cuarentenas de más o menos días, tiene sentido que elijan la más cautelosa. Porque un rasgo esencial de los cisnes negros es que son asimétricos: las pérdidas son mucho mayores que las ganancias. Recordemos la Gran Recesión. Y, en lo que llevamos de epidemia, hemos ignorado también otra característica clave de los cisnes negros: que la ausencia de evidencia no implica evidencia de ausencia. Por ejemplo, como no había pruebas de que se pudiera contagiar sin síntomas, dedujimos que era no contagioso sin síntomas. Confiemos más que nunca en los expertos precisamente porque trabajan, como nunca, en la incertidumbre.
La teoría del “Cisne Negro” es una metáfora que, en el ámbito económico, describe aquellos sucesos que ocurren por sorpresa, que ningún analista había previsto ni tenido en cuenta porque, a priori, eran improbables y que, para bien o, generalmente, para mal, terminan teniendo un gran impacto y repercusiones trascendentales. El creador de esta teoría es el economista Nassim Nicholas Taleb, que la bautizó así porque, hasta la llegada de los primeros exploradores a Australia en el siglo XVII, en Europa se pensaba que todos los cisnes eran blancos. El descubrimiento de este tipo de aves con plumas negras fue un hecho que se consideraba altamente improbable, pero que sucedió y que cambió la percepción que había hasta ese momento. De esta manera, Taleb trata de cuestionar los análisis económicos que se hacen para predecir el futuro mediante una extrapolación de lo que ha ocurrido en el pasado, predicciones que, tarde o temprano, se verán confrontadas por la aparición imprevista de un Cisne Negro.
Así, para que un acontecimiento pueda denominarse cisne negro tiene que tener las siguientes propiedades: Que sea inesperado. Se trata de un hecho a priori improbable, para el que no hay ninguna evidencia de que vaya a suceder y que, por tanto, es una sorpresa para los analistas y para el mercado. En el caso de que hubiera alguna probabilidad de que ocurriese, los agentes financieros se protegerían frente al mismo, con lo que no agarraría por sorpresa al mercado. Tienen un gran impacto. Son acontecimientos que afectan de forma importante a la economía o a la política mundial. Se caracterizan por tener predictibilidad retrospectiva. Es decir, una vez que han sucedido, y solo entonces, se dan evidencias de que dicho hecho se podía haber evitado y se crean teorías que explican por qué se llegó a producir. En este sentido, las consecuencias derivadas de uno de estos Cisnes Negros son uno de los riesgos a los que se tiene que hacer frente cuando se opera en los mercados financieros. Por ello, aunque se trata de sucesos con baja probabilidad de que ocurran, sería un grave error ignorarlos. Y aunque es difícil protegerse de un Cisne Negro en su totalidad (porque no se pueden prever), es importante contar con una cartera diversificada y estructurada con distintas clases de activos para que puedan actuar como contrapesos en el caso de tener que responder a diferentes circunstancias económicas o financieras.
Y es que, aunque la Historia parezca una concatenación de eventos inevitables, está llena de eventos Cisnes Negros, que han cambiado el rumbo de la misma. La Primera Guerra Mundial, el Crack de 1987, la caída de Lehman Brothers, el Brexit o la victoria de Donald Trump en las últimas elecciones en Estados Unidos, son ejemplos de este tipo de terremotos, que no se pudieron prever y que tuvieron importantes consecuencias. Es decir, Cisnes Negros, cuya presencia conforme el mundo se ha hecho más complejo y global es más común y a los que los inversores comienzan a acostumbrarse. China alerta de los Cisnes Negros que podrían perjudicar las reformas del país y la economía mundial. “Debemos mantener un alto grado de vigilancia. Debemos estar alerta sobre cualquier Cisne Negro y también tomar medidas para prevenir cualquier rinoceronte gris”, señaló a principios de este año Xi Jinping, el actual presidente chino y líder histórico equiparable a las figuras de Mao Zedong y Deng Xiaoping, en un discurso en la Escuela del Partido Comunista (PCCh) difundido por la agencia oficial Xinhua.
Mao Zedong (Shaoshan, Hunan, 26 de diciembre de 1893-Pekín, 9 de septiembre de 1976) fue un político y dictador chino. Bajo su liderazgo, el Partido Comunista se hizo con el poder en la China continental en 1949, cuando se proclamó la nueva República Popular, tras la victoria en la Revolución china contra las fuerzas de la República de China. La victoria comunista provocó la huida de Chiang Kai-shek y sus seguidores del Kuomintang a Taiwán y convirtió a Mao en el líder máximo de China hasta su muerte en 1976. En el plano ideológico, Mao asumió los planteamientos del marxismo-leninismo pero con matices propios basados en las características de la sociedad china, muy diferente de la europea. En particular, el comunismo de Mao otorga un papel central a la clase campesina como motor de la revolución, planteamiento que difiere de la visión tradicional marxista-leninista de la Unión Soviética, que veía a los campesinos como una clase con escasa capacidad de movilización y adjudicaba a los trabajadores urbanos el papel central en la lucha de clases. La etapa de gobierno de Mao estuvo caracterizada por intensas campañas de reafirmación ideológica, que provocarían grandes conmociones sociales y políticas en China, como el Gran Salto Adelante y especialmente la Revolución Cultural, momento en el que su poder alcanzó las cotas máximas al desarrollarse un intenso culto a la personalidad en torno a su figura. Aún hoy en día, el papel histórico de Mao está rodeado de una gran controversia. Años después de su muerte, en 1981, el Partido Comunista de China publicó un análisis oficial sobre la responsabilidad de Mao en los problemas sociales y económicos derivados de sus políticas, en el que se le achacaban errores graves, aun cuando se reconocía su papel como gran líder revolucionario y artífice de la subida al poder del Partido Comunista. Desde entonces, el PC de China ha mantenido esta valoración histórica de Mao como un gran líder, fuente de legitimidad del propio partido, que sin embargo habría errado gravemente, no lejana a la corrupción política. Eso hoy se paga con la pena de muerte.
Deng Xiaoping (Guang’an, Sichuan, 22 de agosto de 1904 – Pekín, 19 de febrero de 1997) fue un político chino, máximo líder de la República Popular China desde 1978 hasta los últimos años de su vida. Bajo su liderazgo, el país emprendió las reformas económicas de liberalización de la economía socialista que permitieron a este país alcanzar unas impresionantes cuotas de crecimiento económico. Frente a estos éxitos en la economía, Deng ejerció un poder de marcado carácter autoritario, y su papel fue decisivo en la represión violenta de las protestas de la Plaza de Tiananmén en 1989, que consistieron en una serie de manifestaciones lideradas por estudiantes que creían que el Gobierno era demasiado represivo y corrupto. Densg Xiaoping declaró la ley marcial y envió los tanques y la infantería del ejército. Las estimaciones de las muertes civiles varían: 400-800 (CIA), 2.600 (según fuentes no identificadas de la Cruz Roja China). El número de heridos se estima entre 100. 000 y un millón. En uno de los últimos días de estas protestas fue tomada la foto ganadora del World Press Photo de 1990, del reportero gráfico estadounidense Charlie Cole, en la cual se muestra a un joven opositor enfrentándose a una columna de tanques, apodado el hombre del tanque.
Desde sus años de estudio en Francia y en la Unión Soviética, Deng Xiaoping se convertiría en uno de los dirigentes más importantes del Partido Comunista durante la época de Mao Zedong. Sin embargo, su cercanía ideológica al entonces presidente de la República Popular Liu Shaoqi, lo convirtió en uno de los blancos de la Revolución Cultural, campaña de reafirmación ideológica impulsada por Mao, presidente del partido, para mantener el poder frente a los reformistas como Deng y Liu, quienes fueron acusados de derechistas y contrarrevolucionarios. Apartado de la cúpula del poder durante esos años de conmoción ideológica, Deng acabaría volviendo a un primer plano de la actividad política tras la muerte de Mao, imponiéndose finalmente al sucesor de este, Hua Guofeng, en la lucha por el poder. A diferencia de su antecesor, sus apariciones públicas fueron escasas. Durante los últimos años de su vida, Deng no ocupaba ya ningún cargo político y, aquejado de la enfermedad de Parkinson, apenas podía seguir los asuntos de estado. Con todo, se le siguió considerando el líder supremo de China hasta su muerte, acaecida el 19 de febrero de 1997.
Un cisne negro se refiere a un suceso imprevisto que normalmente tiene consecuencias extremas, mientras que un rinoceronte gris es una amenaza obvia pero ignorada. El actual líde, Xi Jinping, ha pedido a los altos funcionarios del PCCh que “fortalezcan su capacidad” para “prevenir y desactivar” dichos riesgos a fin de “garantizar un desarrollo económico sostenible y saludable”, así como la estabilidad social. Xi ha instado al PCCh a “reconocer plenamente” la “intensidad y la gravedad” de peligros potenciales como la “falta de unidad, la incompetencia, el distanciamiento de la gente, la inacción y la corrupción”. “Hay acontecimientos impredecibles y un entorno externo complicado y sensible. Nuestra tarea es mantener la estabilidad a medida que continuamos con nuestras reformas”, ha subrayado el presidente quien advirtió que China “seguirá inquebrantable en el camino del socialismo con características chinas”. “Nadie está en posición de dictar al pueblo chino lo que debe hacer”, advirtió Xi Jinping en un discurso fuertemente marcado por las crecientes presiones para que el país acelere sus reformas y mejore el acceso a las empresas extranjeras en medio de las negociaciones comerciales con Estados Unidos, del Cisne Negro, Donald Trump.
Recuerdo una anécdota protagonizada por Deng Xiaoping, el artífice de la consigna ‘Un país, dos sistemas’. Se acepta que dentro de ese Estado chino unificado coexistan sistemas económicos y políticos diferentes en determinadas zonas, inclusive manteniendo el capitalismo en ciertas regiones del país en paralelo con el sistema socialista. Utópica ‘cohabitación’, hoy hecha realidad. Deng Xiaoping viajaba hacia Pekín con una comitiva de automóviles europeos Mercedes, con sus ministros de Interior y Fuerzas Armadas. Una vaca dormía plácidamente en la carretera. Los coches se vieron obligados a pararse. El camarada líder de Interior, mediante u altavoz, conminó a la vaca a desalojar. Esta levantó la cabeza mirando al ministro. No le hizo ni caso y siguió con su siesta. Otro tanto le ocurrió al jefe de las milicias armadas. La vaca no se movió ni un ápice. Deng Xiaoping, ante las negociaciones fallidas de sus ministros -ambos fueron purgados, meses después- salió de su Mercedes blindado y se acercó valiente y diligentemente hasta la vaca. Le descargó un minidiscurso. De repente, ante el asombro de los compañeros periodistas, la vaca se levantó y echo a correr, hacia los campos, sin atreverse a mirar para Deng Xiaoping. “¿Qué le ha comentado camarada? Le preguntaron los periodistas. “Sencillamente le dio un minuto para que nos dejara pasar. No le amenacé con otro Tiananmén. Le dije que si no salía de la autopista le iba a nombrar secretario general del Partido Comunista Chino en nuestra capital…”. Un genial cuento chino en tiempos de alarmas y emergencias. Cisnes Negros vuelan por toda la tierra, no solo en Australia. En la ciudad china de Wuhan, los murciélagos aletean libremente al salir de noche de sus cuevas, al igual que otros animales silvestres, y domésticos como perros y gatos. La veda les aleja de una ‘gastronómica’ ejecución, al menos por ahora. El coronavirus avanza imparable y no solo en Estados Unidos de Donald Trump o España de Pedro Sánchez, en México, ya se recomienda suspender actividades de concentración. El Gobierno mexicano, presidido por Andrés Manuel López Obrador, pide a las entidades públicas y privadas que anulen servicios no esenciales como “seminarios, clases, foros”. La situación en nuestro país respecto al coronavirus, Covid-19, ha dado un giro drástico en apenas veinticuatro horas. De la calma que se pedía se ha pasado a reconocer que la fase segunda de la epidemia es inminente y que hay señales que ya recomiendan actuar de otra manera. La Teoría del Cisne Negro o Teoría de los Sucesos del Cisne Negro es una metáfora que describe un suceso sorpresivo (para el observador), de gran impacto y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección (haciendo que parezca predecible o explicable, y dando impresión de que se esperaba que ocurriera). El Covid-19, otro Cisne Negro del siglo XXI, ‘planea’ sobre Cancún, Playa del Carmen, Chetumal y el Volcán de los Murciélagos de Calakmul, en el Quintana Roo del Gobernador Carlos Joaquín. También, la solidaridad, un buen antídoto.
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