Lozoya, ‘niño de oro’ de Peña Nieto
CIUDAD DE MÉXICO
Por Agencias > Quequi
Tras confirmarse la detención en España de Emilio Lozoya, director general de Petróleos Mexicanos (Pemex) durante la administración de Enrique Peña Nieto y uno de los principales señalados por la trama de sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, comparecerá hoy jueves ante el juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, que es quien se va a encargar de su procedimiento de extradición.
Lozoya está acusado de fraude a gran escala, corrupción y soborno durante los años 2012 y 2013. Según la documentación remitida a España, el antiguo director de la petrolera presuntamente adjudicó contratos públicos a cambio de sobornos. Las autoridades cifran el fraude en 280 millones de dólares (257 millones de euros). Lozoya ya había sido inhabilitado para ocupar cargos públicos durante 10 años en su país.
La detención de Lozoya es un golpe al corazón de la anterior administración mexicana, presidida por Peña Nieto, de quien Lozoya era uno de sus hombres de confianza.
El exdirector de Pemex era una persona muy próxima al último canciller de Peña Nieto, Luis Videgaray, y fue considerado uno de los «chicos de oro» del entonces partido gobernante PRI.
En el caso del ex director de Pemex, tres exdirectivos de la constructora brasileña aseguraron que Lozoya recibió más de 10 millones de dólares en sobornos para ayudar en la firma de contratos. Además de la investigación por la que la Fiscalía lanzó la órden de detención que ha dado con su arresto en España, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) tiene abiertas dos carpetas de investigación más contra el exdirector de Pemex.
Símbolo de los excesos
La detención de Emilio Lozoya era un hecho anhelado por los mexicanos que aguardaban a que la lucha del presidente Andrés Manuel López Obrador contra la corrupción política se posara sobre el Gobierno de Enrique Peña Nieto.
El arresto del que fuera director de la petrolera estatal Pemex entre 2012 y 2016 amplía las investigaciones contra los exfuncionarios de la Administración del PRI, señalada por sus excesos y marcada por escándalos de corrupción.
Lozoya, uno de aquellos rostros del llamado nuevo PRI, era buscado desde mayo de 2019 acusado de lavado de dinero, cohecho y asociación delictuosa.
La FGR cree que Lozoya recibió en sobornos al menos 12.5 millones de dólares. La caída del empresario Alonso Ancira en Palma de Mallorca en mayo del año pasado fue el prólogo que anunciaba que el cerco se estrechaba sobre Lozoya.
Emilio Lozoya había abandonado México el 30 de abril. Su huida había fijado como destino Alemania, un país donde se sentía fuera del alcance de las autoridades mexicanas por su doble nacionalidad, conseguida gracias a su esposa desde 2016, Marielle Eckes.
La extradición desde allí era poco probable porque obligaba a las autoridades alemanas a entregar a un nacional para su procesamiento judicial en el extranjero. Sin embargo, el exfuncionario ha caído en España, una nación que tiene un intercambio mucho más fluido de detenidos con México.
Lozoya es economista del ITAM, un centro de estudios conocido por su formación de cuadros gubernamentales, y abogado por la Universidad Nacional.
También tiene estudios de posgrado en Harvard. Su padre, Emilio Lozoya Thalmann, fue parte del Gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Se desempeñó como director general del ISSSTE, la seguridad social del aparato burocrático. En 1993, Lozoya Thalmann se convirtió en secretario de Estado de Energía, Minería e Industrias Paraestatales.
A lo largo de su trayectoria, que pasó por el Banco de México, el Foro Económico Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, Lozoya Austin se especializó en fondos de inversión y en la reestructuración de créditos de empresas públicas y privadas.
Las cartas que le abrieron las puertas al Gobierno fueron sus amplias conexiones políticas y empresariales en Latinoamérica. Eso hizo que fuera encargado de asuntos internacionales de la campaña presidencial de Peña Nieto en 2012.
Javier Coello, el abogado de Lozoya, reconoció ayer que su cliente tiene dos órdenes de captura emitidas por la Fiscalía General.
La primera está relacionada con supuestos sobornos por 9.1 millones de dólares que Lozoya recibió a cambio de favorecer a Odebrecht con contratos, algunos de ellos en la refinería de Tula, en el Estado de Hidalgo.
La segunda lo vincula a la compra desde Pemex de dos empresas en pésimas condiciones y por las que habría recibido otra coima otorgada por la empresa Altos Hornos de México, de Alonso Ancira.
Pemex compró en 2014, cuando Lozoya era su director, las empresas Agronitrogenados y Fertinal. La operación le costó a la petrolera, ya en problemas financieros, 442 millones de dólares por compañías que tenían 14 años sin operar sus instalaciones y con el 60% de su maquinaria en estado inservible, de acuerdo a la Auditoría Superior de la Federación.
La decisión se convirtió en un hoyo negro que generó a Pemex gastos y pérdidas por 1.400 millones de dólares en el quijotesco intento de reactivar la industria de los fertilizantes en una planta considerada chatarra.