Cuna de lobos Prisciliano Nemegyei Rodríguez.

El café de Tito…

Segunda parte

Prisciliano Nemegyei Rodríguez.

– Un lugar donde la meditación, es un agente extraño.

– Cada participante cuenta su propia historia, y ellos mismos son héroes.

– Aquí se construye la política “aldeana” con soluciones a ninguna parte.

 

El tema expositor, no lleva la dirección a la creatividad y a la discusión aportativa que enriquezca planteamientos. Es solo una muestra breve de la afición al arrebato defensivo en la inclusión, ya sea por un partido político o un partido deportivo. La opción por una aceptación religiosa o la admiración momentánea de la belleza femenina. De un modelo automovilístico o el rendimiento a una moda de vestir. Y todos pretenden tener –y la tienen- una verdad incuestionable. La autocrítica,  está fuera de toda participación. En cambio la crítica, es el pan con café todos los días. Si alguien osa o pretende plantear alguna fórmula nueva, de convivencia, de inmediato el clan popular, se siente invadido en su terreno y “el extraño “se hace candidato al ostracismo. El clan le crea un vacío, que se puede hacer gigantesco, si además no es considerado un criollo social. O sea la falta de pertenencia a esta tierra. Un no nato tenosiquense. Aquí todos los comensales, de una manera u otra, se creen propietarios de un pedazo de la historia del pueblo, aunque cada uno cuente diferente versión. Pero el Café de Tito, es solo una ínsula de todos los círculos “cafetólogos” del pueblo, la diferencia, con sus muy contadas excepciones, es el grupo tradicional mañanero, que religiosamente asiste a la “chorcha” y a refrendar el compañerismo cómplice de un relax, antes de penetrar en sus actividades cotidiana. Pero abandonemos, por un momento, el análisis sociológico y entremos a la descripción narrativa, de este pequeño lugar del universo, ubicado en el mercado popular “Manuel Bartlett Bautista”, donde este grupo sui generis día a día, levanta la bandera solidaria de la amistad, aunque a veces existan amagos de lo contrario.

Marianita, es una adolescente que atiende con prestancia, la demanda alimentaria. Su seriedad se desvanece, en el preciso momento en que una frase honorable a su belleza, le provoca mostrar la fila de unos dientes ordenados y de radiante blancura; La costumbre la ha llevado a forrarse de una tolerancia franciscana. Todos tienen que ver con ella, en cada viaje a la mesa, y a pesar de ello, no descuida su labor cotidiana; su frescura juvenil, es un remanso de paz, que contrasta con estos seres, rebasados, de la tercera edad, con ganas de vivir hasta la cuarta o más, y cuando por alguna circunstancia Marianita no asiste, de inmediato se siente un ambiente incompleto. Algo falta y hasta la mañana se pone triste y sin aliento. Y es cuando a Tito, le llueven críticas de que: ¡A este café le falta aroma! ¡Las empanadas están frías! ¡Estos huevos no están bien fritos! Y de este descontento el subconsciente, les está martillando: ¡Falta Marianita!  ¡Falta Marianita!

La especialización de temas, tiene nombre y apellidos, Los Quiñones y Macosay, se especializan y dictan conferencias doctas en el arte de la pesca. Pepe Cuj, es un espléndido platicador de las hazañas más increíbles del beisbol., que a veces combina con maestranza, con los últimos secretos discretos de la comunidad. Julián Suarez, salta de tema en tema, aportando pequeños niveles enriquecedores a la charla. Alperte, discursa en el tema del sector salud y lo defiende como si él fuera el propietario de la salud pública. Turula, domina con certeza el amplio campo de la música. El profesor  Fernando Contreras, jubilado magisterial; aunque discreto en los asuntos educativos, domina con prestancia magisterial el sector que le ha dado un sueldo decoroso hasta su segunda generación familiar. Y Tito, con el cumulo de achaques prematuros, a pesar de ser de los más jóvenes, frente a la edad de estos vetustos, siempre anda investigando remedios, para una probable y futura enfermedad que le ataque sorpresivamente. Él es el fiel representante de la hipocondría en todos los males. El único que siempre lo convence de la invención de sus males, es el gran Numa Rosado, a quien le profesa una amistad comparativa al hermano que la vida le negó.

El Café de Tito, es –finalmente- una convocatoria a la ansiedad interna, que un manojo de seres, que asisten ser escuchados, para sentirse diariamente vivos. Es un llamado placentero, que comienza con la voz, prosigue con la actitud y redondea con la participación. Ellos no desean extender al grupo, para un fin común. No es posible, por la gran diversidad, de la visión de la realidad, tan contrastante y disímbola; que en contrario, curiosamente, los enriquece en su lento, pero firme aprendizaje, en que trascurren la vida. En cada uno de los comensales, mañaneros, del Café de Tito, su corazón guarda sentimientos amorosos o admirativos, que ocultan inconscientemente,  con maestría, ante el temor de ser descubiertos. En ese círculo, de estas últimas décadas, a pesar de luchar con la resistencia, se comienzan a ver desgastados, agotados con la agilidad menguada, en ese pedazo de tiempo que se llama la vida y en este maravilloso pueblo que se llama Tenosique, que un ayer lejano los vio nacer y que un día, en el ocaso,  los verá morir, para quedar en el recuerdo de su estancia tradicional, asidua, al Café de Tito

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