La Columna Gerardo García

¿Y qué hará ahora el gobernador?

Él tomó la llamada entonces. Le hablaba personalmente el entonces presidente de México, Felipe Calderón, y pues no había otra que escucharle.

-Deja al PRI y vente con nosotros; te haremos candidato a la gubernatura; no confíes en ellos. Te lo dice el presidente-.

Él entonces era diputado federal del PRI, precandidato a la gubernatura de Quintana Roo, contendiendo con quien al final fue -aunque ahora dejó de ser- gobernador, Roberto Borge, y le respondía al presidente Calderón con una negativa.

-Le agradezco señor presidente, pero me quedo a jugármela en mi partido-, fue la respuesta de Carlos Joaquín.

Lo demás de la historia lo conocemos. Para bajarlo de la candidatura, se pactó entre él, el entonces gobernador Félix González y Borge, ungido entonces, un acuerdo político que no fue cumplido. Carlos Joaquín González fue marginado, vilipendiado, acosado durante el sexenio borgista y no se le dio oportunidad alguna. Un error político de gran trascendencia. Y pues él, que encontró cobijo ni más ni menos que con el presidente Enrique Peña Nieto, quien lo nombró subsecretario de Turismo y lo respaldó en sus aspiraciones, trató de conseguir la candidatura priista -de la mano de un grupo político encabezado por el poderosísimo secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray-, y no obtuvo más que un mayor acoso, cerrazón y, al final, cuando el acuerdo que tenía Roberto Borge con el aún secretario de Gobernación, Miguel Osorio -perdedor en este juego sucesorio presidencial- fue casi expulsarlo de su partido y decidió buscar la gubernatura con una alianza entre el PRD y el PAN, sin que por ello haya dejado de tener el respaldo presidencial y del grupo de Videgaray -José Antonio Meade, entre ellos-.

Lo demás, es conocido.

El gobernador Carlos Joaquín ha emprendido en su administración una serie de acciones judiciales en contra de exfuncionarios que violentaron la ley. Es cierto que no ha habido tregua en ello y se mantienen abiertas investigaciones contra otros tantos. Es igual conocido que desarticuló políticamente una serie de estructuras que el exgobernador Borge -preso en Panamá- había dejado sembradas al finalizar su gobierno, pero también es verdad que no ha hecho mucho en lo político para debilitar al partido político que tuvo que abandonar. No hay analista alguno que pueda asegurar que el gobernador aprovechó la derrota priista para destruir políticamente a ese instituto político. El PRI que, habrá que reconocerle, es el único partido en Quintana Roo con una estructura estatal real, pese a la derrota.

¿Qué hará Carlos Joaquín en esta coyuntura?

El gobernador, más allá de cualquier asunto que pueda cuestionársele, no es un hombre de traiciones. No se puede esperar que le dé la espalda a quienes en el PAN y el PRD le apoyaron -marcadamente el ex gobernador de Puebla, el también expriista Rafael Moreno Valle-, pero también es real que no ha habido en el tiempo de su mandato una cercanía real con las dirigencias panista o perredista. Por el contrario, su cercanía con el seguro candidato del PRI a la Presidencia de México, José Antonio Meade, es un factor real a analizar. Se sabe que son cercanos; que son amigos; que Meade –y Videgaray- le apoyaron y él nunca ha dejado de reconocérselos.

Y se sabe, principalmente, que una de las cosas que más le dolió fue haber tenido que abandonar al PRI.

La coyuntura es importante para él. Y tanto los cálculos políticos como las afinidades personales, son temas a analizar.

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