La Mesa de las Nahuyacas Por Por German Gallegos Cruz

Pesadilla

 

 

Atento recado a los culpables

 

Y cuando despertó, el PRI aún está ahí. Hecho un mar de confusiones; el profesor Carlos May, no sabía bien a bien, quien era el culpable de sus desgracias. Hacía 15 días que la CFE, (Comisión Federal de Electricidad), le había cortado la luz y para el colmo de males, el vecino que se apiadó de él y su familia, pasándole corriente para mantener encendido un foco y un ventilador para sus adolescentes hijos, corrió con la misma suerte. Le cortaron la luz por solidario. Al abrir los ojos de su mal humor, se topó con los colores emblemáticos de la patria: verde, blanco y rojo, que desde su fundación el partido de «las mayorías» se había robado para confundir el sentimiento patriota.

Así vio el maltratado paraguas de tres campañas anteriores, la gorra descolorida, la playera carcomida por los excesos del cloro. Como no era capaz de tomar decisiones unilaterales, quería preguntarle a su mujer, si estaría bien, mandar al diablo el cargo honorario de presidente de seccional del partido, que le habían regalado sin beneficio alguno, hace casi doce años. Tal vez, por eso conservaba la basura propagandística del PRI. De cierto modo, sentía una rara satisfacción recibir el desdeñoso saludo de los miembros de su partido, que ocupaban puestos importantes en la política. Ese día de su pesadilla, sintió que la esperanza se le había muerto entre sus convicciones y sus costumbres.  Empezó a odiar de verdad. Presidente de un seccional. Pensó en su solitaria intimidad. Para que mierda sirve este cargo? Que pendejo he sido (se reprochó con dureza).

Desde el día que pasaron los prepotentes y deshonestos empleados de CFE, a cortar la luz, doña Hortensia Hernández, compañera de dos décadas y madre de sus tres hijos, traía el coraje como ceñido al cuerpo. Y con sobrada razón, reprochó con su acento tabasqueño: No te hagas pendejo Carlos, esos «chotos» de la CFE, son empleados de Peña Nieto. Te acuerdas que desde hace diez años te dije que no votaremos por esos cabrones del PRI, porque está comprobado que son falsos y rateros, y siempre nos han chingado. Pero como traes el apendejamiento en las venas, con el argumento que tu familia siempre ha sido priista, con facilidad te «doran la píldora» y vuelves a trabajar en sus campaña políticas. Tú, presidente de seccional y yo, como dama voluntaria de la administración pasada. Que putas ganancias hemos obtenido en este desmadre? No me digas que no sabías que las reformas estructurales del presidente Peña Nieto, era para exprimir hasta el agotamiento a la gente. ¿Cuantas veces nos peleamos por este tema? Contéstame cabrán (exigió doña Hortensia). He esperado inútilmente un apoyo del pinche diputado de tu partido, ahora que no podemos pagar el recibo de la luz, y el gran hijo de puta, ni las llamadas contesta. El profe Carlos May, entre encabronado y culpable, no atinaba como rebatir esas verdades de a kilo de la señora de la casa. Doña Hortensia también era profesora, pero sin plaza. Se había titulado en la escuela normal de Felipe Carrillo Puerto, donde conoció a Carlos May en épocas estudiantiles. Nunca logro la soñada plaza.

No hubo dinero para comprarla y su dignidad de mujer bien nacida, la blindó de las acechanzas y galanteos del supervisor escolar que prometía darle una «ayudadita», en caso que la interesada fuera muy «amable» con El. No era para menos el coraje de Doña Hortensia. Esta vez, pretendía convencer a su marido del enorme error político en que ha vivido, desde que recibió su credencial para votar. Ella no comía cuentos, sabía que estaban solos con el problema de la luz. El corazón le decía que a ningún político le importan los problemas de la gente. Acaso, el diputado y el senador de tu partido, no están enterados del tremendo problema que tenemos los jodidos?  Es inaudito el atraco de la CFE. No podremos pagar nuestro recibo de luz. Aunque siendo profesor, el bajo salario no les permitía soñar con una vida desahogada. La escasez, era compañía inseparable de los May Hernández, a pesar que doña Hortensia hacia sabrosos tamales para vender los fines de semana, el dinero era insuficiente. Jamás esperaron una «tarascada» de tamaño monumental de la compañía de «clase mundial» CFE. Normalmente pagaban entre $1200.00 y $1500.00 bimestrales, y ahora les había llegado el recibo de $12,800,00, si, (doce mil ochocientos pesos) 00/100 MN. Ningún alegato ha prosperado, los prepotentes ejecutivos de la CFE, les dijeron que tienen que pagar, porque eso consumió de luz. Este caso, es uno de miles que se dan a conocer a diario en toda la República mexicana. Parece que la familia May Hernández, será una de tantas familias que se quedaran sin el necesario suministro de energía eléctrica, gracias a la reforma energética que propuso el presidente Enrique Peña Nieto y que diputados y senadores afines (casi todos) al “Peñanietismo”, firmaron sin rubor, y sin cargos de conciencia…Porque no tienen conciencia obviamente. En la siguiente pesadilla del profesor Carlos May, quizá cuando despierte, el PRI, ya se haya ido…

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