La Columna Por Gerardo García

Las lecciones de Franklin

Por Gerardo García

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No hay más. Simplemente hay cosas que no pueden cambiarse, la naturaleza va más allá de cualquier determinación del hombre. Frente a esa realidad, uno tiene sólo dos opciones: adecuarse o lamentarse. Y siempre resulta mejor hacer lo primero.

En Quintana Roo, tenemos una realidad geográfica, de la cual no podemos sustraernos: así como el Distrito Federal, está ubicado sobra una falla tectónica y los temblores les son regulares, la Península de Yucatán, es una zona de paso para los huracanes que, en este caso, se originan en el Océano Atlántico. Sucede igual, con la costa del Pacífico. De Chiapas a la Península de Baja California, no podemos desviar, ni con un soplo conjunto, su camino. Es nuestro precio por esta geografía, a la vez maravillosa. Lo segundo es que la opción que tenemos, para enfrentar a la naturaleza, es la misma en las regiones a las que aludo. La manera de prevenirse frente a un sismo, es distinta a la que se tiene, para enfrentar un huracán, pero las acciones necesarias son similares: prevenir, advertir, proteger.

Estamos en la mejor temporada turística del año, que al mismo tiempo es parte de la temporada de huracanes. Meses en los que en cualquier momento, puede aparecer un huracán y pegarle a un destino turístico, en su tiempo de bonanza. Frente a ello, lo que nos resulta útil es comprender nuestro futuro, y aprender de las experiencias que hemos vivido. Habrá más huracanes, sí, pero también debe haber más capacidad de protegerse ante ellos. De hacer más, antes que procurar el después.

Lo que sucedió esta semana con la tormenta tropical “Franklin”, que en su paso por el Sur del estado no generó mayores daños, es una muestra de lo que resulta con la prevención, la información, la actuación de la autoridad y la cultura ciudadana. La prevención es determinante. Ese aprendizaje que nace, reitero, de la aceptación de lo que es inamovible. Sí, en efecto esta tierra, es paso de huracanes, pero ello, no significa una condena trágica. Existe una enorme posibilidad de protegerse frente a los huracanes. De prevenir daños. Los ejemplos están ahí.

No sólo se trata de ufanarnos de una suerte, que no lo es, sino una conjunción de factores de la naturaleza de los vientos. Se trata de aprovecharlo para aprender y mejorar.

“Franklin” y sus lluvias deben recordarnos siempre una realidad geográfica que no puede, ni se debe dejar de lado. Y eso es algo que tanto los que han vivido el paso de alguno de tantos huracanes que han pegado en aquella costa agraciada, no podremos mover a Quintana Roo del trasiego propio de la naturaleza. Desde siempre, la Península de Yucatán está acechada por fenómenos meteorológicos con los que hay que convivir. Lo mismo sucede en Los Cabos o en las costas del Pacífico. Esas lecciones, además de las anécdotas, o lo que refiero como lecciones sociales, nos tienen que llevar a tener una cultura de prevención muy sólida, y protocolos útiles de acción, para evitar desgracias mayores. Aprender a convivir con la naturaleza no es sólo apreciarla o disfrutarla, es reconocer la realidad y asimilarse a ella. Se trata de cultura, acciones que tanto la autoridad como los ciudadanos, debemos emprender. Tareas que no podemos soslayar al vivir en esta región.

“Franklin”, más allá de la exageración en algunos medios de comunicación y el tremendismo en redes sociales, es una buena muestra de que adecuarnos a nuestra realidad, prevenir por ello y actuar rápida y eficazmente, funciona. Debo destacar en efecto, que la estrategia de comunicación que se desplegó en esta emergencia, fue atinada. La autoridad no dejó de comunicar y fue enfática en contextualizar los avisos que se generaron. Bien hizo el gobernador Carlos Joaquín, cuando al decretar la alerta roja explicó que se hacía por su cercanía, no por su peligrosidad. En efecto, el saldo es blanco y las afectaciones mínimas. Pero debe servir para recordarnos que por esta región los huracanes jamás dejarán de transitar.

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