GERMÁN GALLEGOS CRUZ. LA MESA DE LAS NAUYACAS

Cumpleaños de Tulum

Por German Gallegos Cruz

Atento recado a los fundadores.

 

Véndame cinco litros de aceite

-No hay, contestó doña “Chencha”

-Pero si allí los estoy viendo

-Pero a usted no lo conozco-replicó.

 

Era una forma de rechazo a quienes nos creían intrusos, invasores o «guaches». Así era Tulum hace 30 años. La tiendita de doña “Chencha” en la cancha Maya y la tienda «Aurora» de Benjamín, sobre la avenida principal. Eso era todo. Después llegó don Pancho y casa Mena. Las demás mercancías, como gas, hielo, cemento, y hasta verduras, las traía don Pilin de Valladolid. Posteriormente llego don Rich Fernández, con todo un ejército que era su numerosa familia a instalar la primera carnicería, que estaba operada por su ahijado Johnny. (¿recuerdan?) Luego Cayetano Nieto puso una matanza de pollos, y la distribución de refresco Peñafiel. Para esto ya teníamos servicio telefónico de larga distancia en casa de don Martin Pech.

Don Camilo Solís atravesando su camioneta Nissan estaquitas en la carretera a Coba y su hijo “Lolo”, haciendo pininos en el transporte de materiales y vendiendo pollo fresco a domicilio. Los guerrerenses Mario Cruz, don “Lencho” y Miguel Rodríguez ya habían sentado sus reales en esta tierra. Nunca se podría omitir la apertura del primer restaurante formal, de la muy apreciada doña Tina, que desde tiempos de la explotación del chicle, se convirtió en la cocinera oficial de esta actividad económica en Tulum. En los tiempos que llegué a Tulum, andaba un jovencito ofreciendo servicio de flete con su camioneta colorada, era Marciano Dzul Caamal, que justo es reconocer, era desde aquella época muy servicial y atento con sus clientes, (trabajador a más no poder) no importando el origen o procedencia, incluyendo a los «guaches»; doña Elena Sifri, pionera de corazón en la actividad turística, invito a toda su familia a conocer las maravillas del lugar, sobre todo los vestigios arqueológicos, donde instalaron negocios de artesanías y restaurantes, con éxito rotundo. Tulum estaría incompleto si hombres visionarios, como Ambrosio Reyes, don Armando Magnon, don “Beto” Osorio, doña María Tapia, don Pedro Fonz,  etc. que sembraron la semilla primigenia de nuestra principal vocación: servicios al turismo.

Cabe hacer otra justa anotación: Los primeros ciudadanos que presentaron la iniciativa para volver cabecera municipal a Tulum, fueron: Héctor Díaz de La Peña, Aristeo Oliva, Víctor Díaz, Lázaro Bastian, Rebeca Nussbaum, Armando Ventre, Yolanda Sifri, Lourdes Sifri, “Lupita” Sifri. Tiempo después, tomó la estafeta para consolidar este anhelo, Gilberto de Los Ángeles Gómez Mora, que logro la realización de este sueño largamente acariciado por muchos tulumnenses. Siempre será bueno recordar que hubo voluntad política de los gobernantes de esa época. Era Félix Arturo González Canto, gobernador del estado y Carlos Joaquín González, presidente municipal del municipio de Solidaridad, de donde nos desprendimos para hacernos independientes como municipio libre. Es de justicia reconocer que también a ellos les debemos nuestro nuevo estatus. Fui testigo de la labor de gente generosa que no escatimó tiempo dinero, ni esfuerzo, para pelear por este derecho. Vi la discusión acalorada que sostuvo el diputado, Gastón Alegre con el que era presidente de la Gran Comisión del Congreso del Estado, Manuel Valencia Cardín, que junto al diputado, Román Quian Alcocer, actuaban con dilación calculada, para retrasar el trámite legal, sugiriendo que se dejara para la siguiente sesión ordinaria, la votación de los diputados. Identifico a estos dos personajes, Manuel y Román, como enemigos de la gestión que hacían El «Chino» Gómez Mora, Gastón Alegre López y Mario Rivero Leal. A base de fe y tesón, se logró convertir a Tulum en el noveno municipio, por supuesto que no todo ha sido miel sobre hojuelas. La mala fe de algunos gobernantes, ha impedido el despegue hacia un desarrollo ordenado y más exitoso. Básicamente por ambiciones enfermizas de dinero fácil y abundante. No obstante a los mencionados obstáculos, Tulum avanza hacia un futuro promisorio. El hacedor del inmenso universo, ha sido por demás generoso con quienes vivimos y convivimos en esta maravillosa tierra. Quienes llegamos de otros lugares de México y del mundo, hemos sido aceptados por los fundadores de este pueblo. Con base en respeto a sus usos y costumbres, nos hemos involucrado en sus festividades, en sus cultos y creencias. Todo el rechazo que impulsa la desconfianza, ha quedado en el pasado. Ya nadie nos niega un servicio. Si doña “Chencha” viviera, estoy seguro que ya no se negaría a venderme los cincos litros de aceite. Era muy entendible la postura de los nativos de Tulum. Desde que llegó el hombre blanco y de otras tonalidades, han tratado de joder a los primeros habitantes. Todavía quedan algunos gandallas que le apuestan a la «chapuza» con venta de espejitos y cuentas de vidrio, para traicionar la buena fe de quienes nos abrieron las puertas de este paraíso. El noveno aniversario fue de buenos augurios. La presidenta municipal, “Romi” Dzul, con su discurso incluyente, no dejó de reconocer la importancia que reviste la existencia de los dignatarios mayas, que son los portadores vivos de una herencia tan grande, que alcanza para derramar bienes sobre quienes hemos decidido vivir junto a ellos, con respeto y gratitud. Así que la felicitación sea para todos nosotros, incluyendo a los que ahora luchan por un pedazo de tierra para edificar su hogar. Ojala pronto, también este sueño se cumpla…Solo a quienes verdaderamente no tienen nada.

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