Carlos García Castillo, dejó un gran legado para los amantes del mar.
ISLA MUJERES.-
Aun cuando su descubrimiento le dio la vuelta al mundo y atrajo la atención de científicos, que buscaban conocer más sobre la vida de los tiburones, Carlos García Castillo, murió sin dinero y con serios problemas de salud. Sin embargo, sus hijos están pidiendo que se le levante un busto, al lado de Ramón Bravo, ya que ambos lograron grandes hazañas para Isla Mujeres.
Todo parece indicar, que los problemas de salud se le fueron complicando a García Castillo, quien desde muy temprana edad, era conocido en Isla Mujeres como “Válvula”.
Originario de Isla Mujeres, siempre se dedicó al mar; conocía perfectamente toda la zona costera del lugar y sus alrededores, incluyendo toda la Zona Continental, desde Cabo Catoche, hasta Punta Coco y Chachmuchuch.
En una época en donde todos se dedicaban a la pesca, aprovechando las bondades que ofrecía el mar, Carlos García, el tercer hermano varón de siete, que tuvo el matrimonio integrado por Adelina Castilla Sánchez y Adrián García siempre se destacó por su impresionante destreza pulmonar, que lo convertía en los pocos en aguantar mucho tiempo bajo el mar.
En aquella época, no era común el buceo con tanques de oxígeno, al menos no en la pesca comercial.
Dedicado a la pesca de chernas y también a la captura de la langosta, él empezó a conocer todos los puntos importantes, lo cual era aún más difícil sin la ayuda de un GPS; así fue cuando un día encontró la zona de los cuevones.
Cuál sería su sorpresa, al encontrase que el lugar estaba habitado por cerca de una decena de tiburones, entre los que destacaban las enormes tintoreras.
El propio “Válvula”, reconoció que el primer contacto fue un gran susto para él, pues esa vez salió espantado y despavorido.
MUY CURIOSO
Pero su curiosidad era muy grande y pocos días después regresó al mismo punto, para sumergirse y cerciorarse si era casualidad o era verdad lo que había visto la primera vez.
El panorama no había cambiado mucho, había encontrado varios tiburones, pero poco a poco fue acercándose, hasta percatarse que los animales en realidad dormían.
Regresó a Isla Mujeres con serias dudas, pues hasta donde él sabía, los tiburones no dormían, al menos eso se sabía hasta ese entonces.
Alguien le recomendó que se pusiera en contacto con Ramón Bravo, considerado como experto en la conducta de los temibles escualos. Y así lo hizo.
Ramón Bravo, quien gustaba bucear por el Caribe, a invitación Jesús Lima Gutiérrez, platicó con “Válvula”, pero al principio no creyó en sus palabras y decidió conocer el lugar, pero su sorpresa fue aún más grande.
DECENAS DE ESCUALOS
Había encontrado cerca de 20 tiburones de las más temibles especies y no se trataba de los tiburones gata, eran tintoreras, tiburón toro, tigre, de punta blanca, mako, entre otras, todos ellos durmiendo.
Ramón Bravo, había quedado asombrado y decidió buscar una explicación científica, es por ello que buscó la opinión de la doctora Eugene Clark, en ese entonces miembro de la Fundación Oceanográfica Scripps de La Joya en California, Estados Unidos y experta en la conducta del tiburón.
Un mes después, regresaron los tres al mismo punto y fue entonces cuando se obtuvieron las primeras imágenes de la cueva de los tiburones dormidos.
La explicación científica de la doctora Clark, fue en el sentido de que, gracias a su posición estática contra la corriente, los temibles predadores, los tigres de la mar, permanecían inmóviles y prácticamente drogados, pues al correr el agua, ellos tomaban el oxígeno necesario para su proceso respiratorio a través de sus agallas, sin necesidad de moverse.
Este descubrimiento, que conmocionó al mundo científico fue captado por el comandante Jacques Yves Cousteau, a la sazón comandante del buque oceanográfico “Calypso”, quién a través de su hijo Phillippe entró en contacto con Bravo.
Yves Cousteau se comprometió con dar el crédito al joven pescador de Isla Mujeres, sin embargo, poco después de su llegada empezaron los problemas, pero Ramón Bravo ya se había adelantado a Yves Cousteau, pues él había publicado las primeras imágenes, dando el crédito siempre al “Válvula”.
Las imágenes recorrieron el mundo y National Geographic tampoco se quiso quedar atrás, ellos también quisieron conocer más sobre este hecho ínsolito, donde “Válvula” también tuvo participación.
No solo sobre el caso de la cueva de los tiburones dormidos, sino también de las famosas corridas de las langostas, otro fenómeno que sorprendió al mundo entero.
Los hijos del ahora pescador, leyenda del buceo en Isla Mujeres, reconocen que al “Válvula”, nunca le hizo falta nada, ya que este vivió como él quiso, ellos aseguran que siempre estuvieron al pendiente de su situación médica, pero reconocen que era una persona difícil y siempre prefería estar por su cuenta.
Reconocen que su padre recibió en vida, ayuda y aunque su debilidad era la cerveza, él empezó a cuidarse más, luego de la lesión de su pie a consecuencia de la diabetes.
Ahora, los hijos esperan que pueda levantarse un busto a lado del que existe en memoria de Ramón Bravo, con quien disfrutó uno de sus más importantes logros. (Por Carlos Gasca).