El octavo mandamiento

Pbro. Carlos César González Cruz.


No dirás falso testimonio contra tu prójimo. Deuteronomio 5:20
Después de la guerra sucia, de los dimes y diretes, de acusaciones y difamaciones, se convoca a la unión, a conciliar ideas por el bien común. En lo personal he escuchado tantas cosas que luego son desmentidas con “supuestas verdades”. Muchas de estas verdades dicen que también son mentiras, pero que es importante que así queden para no dañar mas. Sigo en lo personal, ya no veo a los destacados periodistas en las noticias, comprendí que son “Chayoteros”, vendidos y mantenidos por quien les dice lo que deben decir.

Hace ya mucho, comprendí que lo del “Chupacabras” era solo una cortina de humo, y otras cosas como esas, se solían soltar para distraer a un mundo que ya se acostumbró a no pensar, que solo vive de “pan y circo”. En ello mucha gente vive un mundo irreal, lleno de fantasías, de ficciones tan alejadas de la realidad. Ahí, en ese mundo, lloran, ríen, se humanizan, se espiritualizan y forman bien acuñada su existencia. El mundo real, ese no les importa. En otras palabras, lloramos por lo que vemos en las novelas, las películas, las series, etc., pero somos inconcientes a los problemas reales con las personas cercanas a nosotros.

Las personas que con mala o buena intención vendieron sus mentiras como verdades, y los otros, que vendieron la verdad sin aclarar o fueron pusilánimes ante ella, no quedan sin el justo pago de los estragos que causa la mentira. Una verdad viralizada beneficia mucho, pero, ¡Cuánto daño causa una mentira proclamada a los cuatro vientos!

Perdóname, sé el daño que te causé; estaba enojado, por eso dije eso dije eso que dije. No, no sabes el daño que me causaste. Lo que tú anduviste diciendo y a quienes se los dijiste, también lo dijeron a otros y esos a otros.

Aquél hombre llevo a su amigo a su departamento en el quinto piso, le dio una almohada de plumas, luego pidió que la vaciara en el balcón. El amigo un poco extraño, se limitó a obedecer. Ya vacía la almohada, le pidió que fuera a recoger cada una de las plumas.
__ ¡Imposible hacerlo! Ya no sé hasta donde el viento se llevó las plumas.
__Bien amigo; así son tus palabras de difamación, no sé hasta dónde han llegado.


¡Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino llamado vida!

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