Alistan Viacrucis de playa Delfines

Con la fe de aquellos que iniciaron esta aventura artística-religiosa hace siete años, y con la aportación de muchos jóvenes, dio inicio el primer ensayo general del Viacrucis en playa Delfines. Mucho viento, grandes olas, bandera roja, turistas curiosos, la gran cruz ya instalada sobre la tibia arena y los nervios naturales de los actores amateurs.
De un lado a otro, “Jesucristo”, representado por Ricardo Ruvalcaba da las instrucciones pertinentes, mientras las bailarinas ensayan su coreografía con la mar azul turquesa de fondo dos mil años después de la tragedia judeo-cristiana. “Juan Bautista” no aparece y el director pide que llamen al celular del “Endemoniado”.
Alrededor de las 8:50 horas, un grupo de 40 personas escuchan atentamente a los organizadores de este evento que ha llegado a congregar hasta cinco mil personas en años anteriores. Quedan en dividirse por grupos: los fariseos de un lado, los romanos del otro, las bailarinas a practicar y los apóstoles por allá.
Los paseantes y corredores se detienen a ver la presentación. Los guardavidas con un ojo cuidan que nadie se meta al mar y con el otro presencian las escenas de esta historia representada en casi todo el mundo y tema de decenas de películas.
El sol por momentos se escondía entre las nubes y de repente envía sus rayos con intensidad. Es un juego de luces totalmente natural. “Si no viene el señor, tú te quedas con el papel de Juan Bautista”, le dice Ruvalcaba a un joven que lo mira atento. Y es que hubo algunas ausencias y hay que corregir a tiempo.
Los “Romanos” fingen tener el escudo en sus manos derechas levantadas como si se protegieran de la turba iracunda ante la injusticia contra el Hijo del Señor.
Las chicas bailan con movimientos acompasados, en tanto, a unos metros, a “Jesús” le traen arrastrándola a una joven que ha pecado y fue atrapada infraganti con un hombre que no ha era su marido. La gente pide que se aplique la Ley de Moisés y sea asesinada a pedradas, pero el Maestro la levanta y le perdona.
Sigue el viento y el calor de la delgada arena aumenta. “Fórmense en media luna, porque no podemos parecer un grupo de escuela”, pide una organizadora. Todos le obedecen. Será el séptimo año de esta representación que ya es una tradición en una ciudad sin tradiciones. (Por Javier Chumacero>Quequi)

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